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Los 108 pisos sociales de Canillas que llevaban 8 meses vacíos ya están habitados

La Comunidad ha cumplido por fin su palabra. Los 108 pisos del Instituto de la vivienda de Madrid (Ivima) en el barrio de Canillas (Hortaleza) que permanecieron ocho meses vacíos mientras sus destinatarios seguían en ruinosas casas ya han sido entregados. Los vecinos concluyeron el viernes la mudanza. Pero detrás de sí han dejado un paisaje de batalla. Y el Ivima, con impedimentos burocráticos para derribar las casuchas desalojadas, ha optado ahora por dejarlas tapiadas y con los patios reducidos a escombros. El compromiso es limpiar la zona en dos meses.

Los vecinos que aún viven en la zona realojada observan con preocupación el aspecto que ha cobrado su barrio. Las viviendas abandonadas tienen tapiadas puertas y ventanas, hundidos los techos a la fuerza y derribados los patios. Todo entre barro y cascotes.Este escenario desolador no es producto de ninguna catástrofe, sino de la acción del Ivima, que, al no poder demoler ahora las viejas casas, las ha inutilizado para evitar que entren okupas. Una vez ejecutados los derribos, en los solares se levantarán las cerca de trescientas casas que faltan para concluir la remodelación de todo el poblado de Canillas.

Los vecinos repiten una y otra vez que el Ivima no tiene dinero para tirar el viejo barrio, que los escombros se van a eternizar ahí donde estan y que la zona se va a llenar de ratas.

,El gerente del Ivima, Juan José Franch, asegura que en menos de dos meses las viejas viviendas estarán derribadas y la zona limpia de cascotes. "El dinero para los derribos no se podía extraer de los presupuestos de 1995, y los de 1996 estaban cerrados hasta hace poco; pero ya hemos iniciado todos los trámites para hacer la demolición", explica.

"Lo correcto es realojar y derribar inmediatamente, pero eso hubiera obligado a que los vecinos esperasen más tiempo sin entrar en las nuevas casas, así que hemos preferido ejecutar el realojamiento cuanto antes", añade. Quienes llevaban ocho meses contemplando la vivienda terminada y, adjudicada sin poder entrar en ella por los problemas administrativos del Ivima, no se acaban de creer que ya habiten en el nuevo piso.

Ése es el caso de Inés Perea, una mujer de 56 años, soltera y empleada en la limpieza de un colegio. "Es como si me hubiese tocado la lotería", afirma. Su vieja casa, en Matapozuelos, 7, estaba inhabitable, llena de humedades y con el techo de una de las habitaciones totalmente desplomado. Ahora habita en una vivienda de tres habitaciones, sala, baño, aseo y cocina, por. la que pagará unas 5.000 pesetas mensuales.

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Inés llegó hace cuatro décadas al poblado de Canillas con su familia. "Derribaron la casa que teníamos arrendada en Ventas y nos trajeron aquí", explica.

Hace unos anos, en las viviendas comenzaron a salir grietas y humedades, fallaron los cimientos y nos prometieron ya el traslado a un piso público nuevo", añade. Mira y remira el baño y el aseo y las nuevas estancias de su vivienda. "Parece mentira poder disfrutar yo sola de todo esto después de que, durante años, he compartido una casa de menos de cuarenta metros cuadrados y un baño ínfimo con una madre aquejada de demencia senil y un padre enfermo de cáncer", asegura.

Equipaje desde julio

Teresa de la Torre, de 64 años, su vecina de toda la vida, también ha estrenado casa con su esposo y su hijo de 25 años. Hace tres semanas, con los retrasos en la entrega de los pisos, estaba encendida de indignación. Ahora se ha calmado. "Teníamos las cosas empacadas desde julio de 1995 y no hemos podido trasladamos hasta ahora", asegura, señalando un cerro de cajas.,

Este poblado de Canillas, con 528 viviendas repartidas en bloques y casas bajas, es uno de los ocho 'Construidos en los años cincuenta por la Obra Sindical del Hogar y reformados después por el Gobierno autónomo. Sus habitantes han estado pagando rentas inferiores a las 200 pesetas mensuales. Casi la mitad de los vecinos han sido ya realojados en pisos nuevos, por los que pagan alquileres de unas 6.000 pesetas mensuales.

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