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Bill Clinton irrumpe por primera vez en la campaña electoral como favorito

Antonio Caño

Bill Clinton ha vuelto este fin de semana a lo que mejor hace: campaña electoral. En su primera aparición en el Estado de New Hampshire, donde el día 20 comienza y se perfila el proceso de elecciones primarias, Clinton confirmó su condición de favorito frente a un pelotón de candidatos republicanos sin carisma que, por el momento, están ocupados en desangrarse entre ellos. La primera aparición del presidente en la arena electoral se vio, sin embargo, deslucida por las críticas surgidas al conocerse que un importante asesor de la Casa Blanca había pasado información confidencial al principal candidato republicano, Bob Dole.

El presidente aventaja en 15 puntos a DoleNew Hampshire es un símbolo del proceso electoral en Estados Unidos, y mucho más símbolo en la carrera de Bill Clinton. Cada cuatro años por estas fechas los candidatos despliegan todos sus recursos en ese pequeño Estado del noreste porque ganar allí significa convertirse en favorito -y casi siempre ganador- a la designación como candidato.En 1992, Clinton llegó a New Hampshire semidestruido por los escándalos sobre sus infidelidades conyugales, su oposición a la guerra de Vietnam y su juvenil aproximación a la marihuana. Con una excelente campana y la ayuda de su esposa, Clinton levantó su candidatura y acuñó el calificativo de comeback kid (el que regresa). Quedó segundo, a poca distancia del ganador, y después fue el primer presidente demócrata que no había ganado en New Hampshire.

Su retorno a ese Estado ha sido muy diferente. Hoy sus argumentos son sólidos -"hace cuatro años, el desempleo en New Hampshire era del 7,5%, ahora es del 3,2%", dijo Clinton en un mitin-, y su imagen presidencial y centrista se ha consolidado. Sobre todo cuando se le compara con sus rivales. Una encuesta publicada por el diario The Boston Globe muestra que Clinton ganaría por más de 15 puntos a Bob Dole si las elecciones presidenciales se celebraran mañana, y por más de 10 puntos a Steve Forbes, el multimillonario editor que le disputa la candidatura republicana al veterano senador por Kansas.

Clinton ha alcanzado hasta ahora esa ventaja sin apenas salir de la Casa Blanca, sin desplegar sus reconocidas cualidades como candidato. Una encuesta hecha entre los votantes republicanos de New Hampshire da también al presidente como claro favorito a la victoria el próximo mes de noviembre.

Clinton es un gran orador, nadie se lo discute, pero su principal secreto radica en recoger exactamente el promedio de las aspiraciones populares y defenderlas, a la manera de Ronald Reagan, con optimismo y convicción.

"Creo que este país"", dijo a un grupo de estudiantes en Nashua, "es capaz de hacer frente a cada uno de los retos que se le presenten. Podemos tener mejor educación y familias más fuertes. Podemos tener un medio ambiente más limpio y calles más seguras. Podemos tener acceso a la atención sanitaria para todos los norteamericanos. Podemos hacer todo esto si trabajamos juntos". Mientras Clinton, que no tiene que preocuparse por la presencia de ningún rival demócrata en la campaña, pronuncia esta clase de discursos, los candidatos republicanos están embarcados en una carísima campaña de anuncios por televisión en la que cada uno saca los trapos sucios del otro.

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El único rival de Clinton es él mismo y su congénita tendencia al escándalo. El portavoz de la Casa Blanca, Michael McCurry, se pasó el fin de semana en New Hampshire tratando de explicar cuán enfadado estaba el presidente con su principal asesor de imagen, Dick Morris, por haberle pasado un informe a Dole en el que le advertía que, según sus datos, la única forma que tenía de ganar a Forbes en New Hampshire era llegar a un acuerdo con la Administración sobre el presupuesto. Dole rechazó la idea y dijo que eso era una prueba de que Clinton hace política en la negociación presupuestaria.

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