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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nada inocente

EL VICEPRESIDENTE del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), José Luis Manzanares, acaba de realizar una de esas declaraciones a las que se muestra tan proclive desde su elección en 1990, a propuesta del PP, como vocal del órgano de gobierno de la magistratura. Manzanares ha considerado oportuno advertir que una hipotética absolución de José Barrionuevo en el caso GAL no equivale en modo alguno a un certificado de inocencia sobre la conducta del ex ministro. En su día, el secretario general del PP, Francisco Álvarez Cascos, advirtió sobre el desprestigio que sufriría la justicia si ,su sentencia en el caso GAL no se atenía al veredicto que, a su entender, ya habían dictado los ciudadanos. Y ahora el vicepresidente del CGPJ cierra el círculo de esta peligrosa línea argumental en un Estado de derecho restando valor al veredicto de los tribunales..., si es absolutorio. El mensaje político que encierra esa advertencia, nada inocente, es dar la razón a los políticos que llevan años considerando culpables de graves delitos a personas que ni siquiera están procesadas: aunque fueran absueltas, seguirían siendo sospechosas.En el ámbito del derecho, lo que vale es la verdad judicial. Su coincidencia con la verdad de los hechos es un objetivo que a veces se alcanza y otras no. Pero la seguridad jurídica exige que la absolución sea como un certificado de inocencia capaz de proteger al acusado de cualquier pesquisa o sospecha ulterior. ¿Consideraría fundado el vicepresidente del CGPJ que se siguiera ver tiendo sospechas sobre su presunta implicación en una trama de corrupción judicial en Marbella aun después de que el Supremo haya archivado el caso? De acuerdo con su singular teoría sobre las resoluciones judiciales no hay dudas de que sí. Pero, felizmente, incluso para el vicepresidente del CGPJ, esa teoría no encaja en el Esta do de derecho. Mientras tanto, la conservadora Asocia ción Profesional de la Magistratura, tan locuaz en otros casos, en éste mantiene un significativo silencio. Muchos jueces descubren tardíamente que su auténtica vocación es la política, y ello ha hecho que algunos de ellos cambien de profesión. Lo peor es un juez actuando a caballo entre ambas ocupaciones.

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