Mrkonjic Grad, la ciudad fantasma
Los croatas han saqueado a conciencia la población antes de devolverla a los serbios de Bosnia
ENVIADO ESPECIAL La entrada en Mrkonjic Grad corta la respiración. Es una ciudad fantasma, sin vida, en la que hasta la última casa fue víctima de los saqueadores. Nada se mueve, y de repente, al girar una esquina, una escena de película: una patrulla británica camina sigilosamente por una calle en posición de combate, con los fusiles preparados, para disparar. Un carro blindado y un vehículo ligero protegen a la veintena de soldados de la OTAN. Buscan a un presunto francotirador que ha roto el silencio de muerte en esta ciudad desierta del noroeste de Bosnia-Herzegovina en la que sólo habita la destrucción, cinco civiles y muchas minas olvidadas 0 dejadas como trampas para los moradores que llegarán próximamente. La tensión del momento recuerda que la paz declarada oficialmente en la antigua república yugoslava no está, ni mucho menos, consolidada y que en esta parte el acuerdo de Dayton tendrá. una prueba de fuego a partir del próximo 4 de febrero con la retirada de los últimos soldados croatas y la llegada de los civiles serbios.
Varias casas estan quemadas, otras destruidas por la artillería o con numerosos impactos de bala o metralla, pero la mayoría están sencillamente desvalijadas. Mrkonjic Grad sufrió primero los bombardeos y después el pillaje de unos bárbaros que actuaron con total impunidad. Robaron, rompieron, sabotearon, y antes de irse sembraron la ciudad de minas. Un oficial británico del destacamento de Ifor en la zona reconoce que los crotas quemaron varias casas de la ciudad, práctica que todavía sigue en vigor en las aldeas de los alrededores. "No tenemos autoridad para detener a quien quema una casa, pero si lo vemos, intentamos impedirlo y tomar fotografías para tener pruebas", dice el oficial.
Las fuerzas serbias tomaron el control de la ciudad los primeros días de la contienda, en mayo de 1992. Lo perdieron en octubre pasado, a raíz de la ofensiva conjunta de croatas y bosniomusulmanes que cambió el curso de la guerra y provocó el éxodo de cien mil refugiados serbios. Las tropas croatas entraron en Mrkonjic Grad cuando apenas quedaban unos cuantos civiles de su misma nacionalidad. Poco después se firmó el acuerdo de Dayton, que establece que Mrkonjic Grad, Sipovo y unas cuantas aldeas del noroeste de Bosnia en un radio de 10 kilómetros tienen que volver a formar parte de la república serbia. Los croatas, pues, tienen que irse. Los civiles ya lo hicieron hace días y los militares han retirado el armamento pesado y la mayoría de sus hombres. En el cuartel quedan unos 30 soldados del HVO (la milicia croata en Bosnia) que están haciendo las maletás.
La gentes de Mrkonjic Grad huyeron precipitadamente, sin tiempo a recoger la ropa que todavía está tendida en algunos balcones. De jaron casi todas sus pertenencias. Luego llegó alguien que dio buena cuenta de ellas. En medio de una calle, semienterrada en la nieve, hay una bañera de bebé. Unos metros más allá, una muñeca, unas gafas, libros, colcho nes, un ciclomotor, varias batas por estrenar con sus etiquetas... El mismo tipo de enseres se halla esparcido en otras calles, ante cada casa. Hay imágenes insólitas, como los numerosos electrodomésticos en plena calle o la cantidad,de vehículos panza arriba. El silencio de la desolación se rompe de, nuevo por el ruido del agua que cae en cascada en la entrada de un edificio. Muchas de las cañerías están reventadas.
A través de las ventanas, con los cristales rotos, pueden verse, estanterías que conservan algunos libros, -platos, vasos y demás enseres. Es difícil resistir la téntación de entrar en una casa. La espesa capa de nieve suaviza muchas de las heridas de Mrkonjic Grad, pero, al mismo tiempo, es una trampa peligrosa que oculta las minas y proyectiles sin estallar. La limpieza de minas será llevada a cabo por militares británicos junto a militares serbios de Mrkonjic Grad, pero los trabajos todavía no han empezado.
Un equipo de ingenieros procedente de Banja Luka ha visitado esta semana la ciudad por primera vez para examinar el estado de la instalaciones de agua y electricidad. La reparación de las infraestructuras básicas que permitan la vida en condiciones mínimas comenzará a partir del 4 de febrero, cuando se haya ido el último soldado croata.
La mitad de los 30.000 habitantes de Mrkopjic Grad viven como refugiados en Banja Luka, en casas privadas o en centros colectivos. Escuelas, instalaciones militares, polideportivos... acogen a los más desposeídos. En uno de estos centros, los refugiados me asaltan a preguntas cuando se enteran de que acabo de llegar de su ciudad: ¿"Hay muchas casas quemadas? ¿Inundadas? ¿Y la calle tal, o la calle cual? ¿Están todavía los croatas? ¿Quién patrulla la ciudad?". Todos quieren regresar a su Mrkonjic Grad, pero tienen miedo. "Ifor tiene el control de la ciudad , les repito, pero no parecen muy convencidos. Una abuela muy despierta asegura que volverá aunque su casa esté en ruinas. "Aquí no podemos vivir". Son cuatro meses de vivir de la caridad internacional, hacinados en un antiguo gimnasio.
. "Nos han dicho que la estructura económica de, la ciudad está destruida y q-4e Muchos edificios están quemados. Nuestro Ejército pidió a Ifor que lo impidiera", dice Milan Milic, de 44 años, que se presenta como poeta. "Nuestra ciudad era muy rica en todos los aspectos: cultural , económico...". Fue de los últimos en irse -el 10 de octubre de 1995- y está dispuesto a regresar sólo con la condición de que no haya ningún soldado croata y las autoridades le den garantías. "Cuando se marchen los últimos croatas quemarán y robarán lo poco que queda", exclama una mujer.
En opinión de Veselko Latinovic, de la Comisión para los Refugiados en Banja Luka, el regreso a Mrkonjic Grad no empezará hasta dentro de unos tres meses, cuando pase el invierno, se haya limpiado el terreno de minas y se hayan reparado las infraestructuras de la ciudad. "Si a fin de año ha vuelto el 50% de la población, habrá sido un gran éxito", dice. "Uno de los problemas", añade, "es que la gente más preparada ya ha encontrado otro trabajo, aquí, en Banja Luka, en Serbia o en el extranjero. Si con el paso del tiempo ven que la vida ha mejorado en su ciudad, ellos también volverán. Pero no será antes de tres años como mínimo".
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