La familia de Susana reaviva su lucha tras declarar un preso que él la vio morir
Los rostros de Ángel Ruiz, padre, de Susana, y del abogado de la familia, Hermenegildo Pérez Bolaños, rezumaban ayer una mezcla de euforia contenida y satisfacción. El motivo era la declaración -voluntaria- que durante una hora y media prestó ante la juez Ana Ferrer, instructora de la muerte de Susana Ruiz, el preso de la cárcel de Guadalajara que asegura saber cómo y por quiénes fue asesinada Susana (la chica de 16 años cuyo cadáver, semienterrado y con las bragas bajadas, fue! hallado en la escombrera de un descampado de San Blas en febrero de 1993). Su testimonio ha reavivado la lucha de la familia.Al término de la declaración, Pérez Bolaños no quiso revelar lo ocurrido entre las cuatro paredes, del despacho de Ana Ferrer. Sólo sus semblantes dejaban entrever que la declaración había sido positiva.
Pérez Bolaños, asediado por los periodistas, se limitó a decir que la investigación judicial "sigue abierta" y que no podía "decir nada" porque no descartaba que, de un momento a otro, la juez decretase el secreto de las pesquisas. De ser así, ello supondría que la investigación -archivada por la juez y reabierta en dos ocasiones por orden de la Audiencia de Madrid- ha dado un vuelco espectacular. "De momento, no existe secreto sumarial, pero puede haberlo en cualquier momento", avanzó Pérez Bolaños a los informadores.
Del preso sólo ha trascendido que está encarcelado en Guadalajara y que cumple una condena de un año por un delito de robo, según Efe; que su nombre se corresponde con las iniciales de A. M. P., y que gozaba de libertad en la época en que Susana murió. La última vez que se vio con vida a esta chica fue el 9 de enero de 1993, cuando asistió, junto con otros jóvenes, a una fiesta de cumpleaños celebrada en un viejo caserón abandonado del barrio de San Blas. Su cadáver fue hallado unos cuarenta días después en avanzado estado de descomposición. Precisamente, el informe de la autopsia alude con frecuencia a este hecho para justificar la imposibilidad de conocer con precisión las circunstancias que rodearon su muerte.
Pérez Bolaños, siempre escueto explicó: "No puedo facilitar ningún dato respecto a esta declaración. Sólo que la investigación continúa y que lo único que importa a la familia es que se aclare la muerte de Susana". A pesar de la insistencia de los informadores, eludió igualmente pronunciarse sobre si el interrogatorio había sido fructífero.
Ángel Ruiz, padre de Susana, también se acercó ayer, con su esposa, a la plaza de Castilla (como lo hiciera el pasado jueves, fecha en que prestó declaración el ex rapado José Alberto Zamorano Orellana, de 22 años) para interesarse in situ por la declaración del preso A. M. P. Ruiz expresó su convencimiento de que el testimonio de este interno iba a servir, por fin, para aclarar que su hija "no murió de muerte natural" como concluye la autopsia, sino que "fue asesinada", Su gesto de rabia e impotencia de otros días se tornó ayer en cierta tranquilidad.
Grabación del rapado
El abogado de la familia de Susana Ruiz ha pedido protección para el recluso
Las mencionadas fuentes judiciales creen que el preso no ha inventado su testimonio -cuyo contenido exacto no fue facilitado ayer-, porque en ese caso se arriesgada a que se tomaran medidas contra él por prestar falso testimonio en una causa como la de Susana Ruiz. Ello, interpretan, podría alterar su situación carcelaria; es decir, dificultaría su clasificación en el tercer grado del régimen penitenciario (situación a la que se accede tras cumplir los dos tercios de, la pena y que implica, entre otras variantes, la opción de quedar en libertad condicional o ir a la cárcel sólo para pernoctar).La posibilidad de incriminarle como encubridor, caso de que sea cierto que vio matar a Susana, se mitigaría notablemente, pues su testimonio habría servido para aclarar el supuesto crimen. Además, podría alegar que su vida corría peligro si confesaba. Perez Bolaños; según fuentes judiciales, pidió ayer a la juez protección para el interno.
La declaración prestada por el preso de Guadalajara se produce sólo cinco días después de la efectuada por el rapado Zamorano Orellana, a quien la juez Ferrer interrogó, por fin, el pasado jueves tras buscarle durante un año. El interrogatorio del rapado resultó infructoso, pues se lo tomó a broma y se negó a contestar, incluso con impertinencias hacia la juez (véase EL PAÍS del viernes),
Fue la grabación de este rapado la que llevó a la Sección 6ª de la Audiencia a reabrir en julio pasado el caso de Susana. La Audiencia ordenó a la juez que tomase declaración (cosa que ya ha hecho) a los miembros de Bases Autónomas que el rapado citaba en una cinta.
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