La Liga cambia de acera
Atlético, Compostela y Espanyol dinamitan la hegemonía de sus vecinos Madrid, Deportivo y Barça
La Liga de 22 amenaza con quebrar 11 temporadas consecutivas de hegemonía blanca y azulgrana. Un dúo al que se había encadenado el Deportivo en las últimas campañas. Resuelta ayer la primera vuelta, el trío ha quedado relegado por sus vecinos: Atlético, Espanyol y Compostela. El Atlético, el equipo más convulsionado de los últimos años, se ha lavado la cara y hoy su dominio es incontestable. El incendio del Calderón se ha extendido al Bernabéu y, el Camp Nou, donde están al borde del derribo, con dos técnicos de enormne prestigio zarandeados desde los despachos y los vestuarios.El primer asalto, de la Liga también ha dejado secuelas asombrosas: el zarpazo del Espanyol, con una plantilla reforzada con jugadores de Segunda (Benítez, Javi, Urzaiz, Bogdanovic), o la explosión del Compostela, con un técnico de Segunda B (Fernando Vázquez) y un presidente (José María Caneda) que se levantó en armas precisamente contra la Liga de 22.
El crecimiento de los modestos contrasta con el fracaso momentáneo de Deportivo (campeón de Copa) y Zaragoza (campeón de la Recopa), atragantados por una mala digestión del éxito. La Liga, siempre imprevisible y vulnerable, ha estado capitalizada por un puñado de nombres propios. Ha dado a luz a futbolistas desconocidos (Pantic, Vellisca, Luna); ha jubilado a tipos emblemáticos (Setién), ha desplazado a jugadores cotizados (Laudrup, Michel, Luis Enrique); ha rehabilitado a parte de la generación de Barcelona 92(Toni -Espanyol-, Solozábal, López, Kiko); ha encumbrado a viejos conocidos (Mijatovic, Ohen, Julio Salinas), y ha ensombrecido a futbolistas consagrados (Kodro, Prosinecki, Viola, Guilherme).
El sillón de Antic. Muchos dirigentes del Atlético hubieran saltado de alegría al término de la pasada temporada- en caso de haber recibido una buena oferta por jugadores como Solozabal, Kiko, Toni y Vizcaíno, parte de la columna vertebral que estuvo a punto de mandar al equipo al infierno. Hoy se frotan los ojos. Su rehabilitación, junto al descubrimiento de Pantic, Santi y Molina y el enamoramiento de López con el balón, ha disparádo al Atlético. El sillón de Radomic Antic, un técnico de enorme capacidad psicológica, ha dado sus frutos. Hasta Jesús Gil se ha quedado mudo con la terapia del serbio
El laboratorio de Camacho. Durante la pretemporada, el Espanyol echó sus redes en la Segunda. Cazó a Benítez (Mérida), Javi (Palamós), Urzáiz (Salamanca) y Bogdanovic (Mallorca). Curiosamente, los tres primeros habían sido desechados por tres grandes -Atlético, Barça y Madrid, respectivamente-. Impregnados del carácter de José Antonio Camacho, los tres han resucitado. Junto a ellos, Lardín y Arteaga se han revalorizado, y entre todos han disparado al equipo de Sarriá.
El triunfo del bachiller. Abrigado por un presidente de verbo contundente y un entrenador con aspecto de bachiller, el Compostela, en su segunda experiencia en Primera, ha pulverizado todos los pronósticos: es el segundo en la tabla. José María Caneda se rebeló contra la Liga de 22, al considerar que perjudicaba a los modestos. Sus chicos le han desmentido y hoy, en la Liga más larga, caminan con un desahogo extraordinario. Fernando Vázquez, el técnico, llegó desde el Lugo (Segunda B) y ni siquiera un doctorado en la Segunda A. Rescató a José Ramón (un suplente habitual del Deportivo), apostó por Falagán (un portero de poca experencia, procedente del Hércules) y ha catapultado al lateral Nacho, al violinista Fabiano y al delantero Ohen, tres jugadores de enorme categoría. En diez partidos en San Lázaro sólo ha perdido un punto -frente al Salamanca-, la mejor marca de la Liga.
El de Luis. Luis Aragonés, el entrenador español con mejor pálmarés, ha reconducido al Valencia, y, al término de la primera vuelta, los levantinos ocupan los puestos altos de la tabla. Hace un año, a estas alturas de la competición, circulaban en el 11º puesto, con dos negativos. Luis se topó con una plantilla descompensada, pero ha sabido tapar agujeros.
Las convulsiones del Madrid. Un título de Liga tras cuatro años de sequía no ha logrado sosegar al Madrid, donde el histerismo se ha apoderado de la institución. Primero padeció una crisis institucional que sesgó la carrera presidencial de Ramón Mendoza en beneficio de Lorenzo Sanz. Resueltas las guerrillas de poder, se agrietó el vestuario. Jorge Valdano, acuciado por los malos resultados en una vuelta ha encajado tantos goles como en toda la pasada temporada-, ha dado paso a un trueque generacional que ha levantado ampollas. El equipo se ha desplomado y, a falta de cuatro meses para que concluya la temporada, en Chamartín se ha colgado el cartel de liquidación: Luis Enrique, Laudrup y Zamorano viven sus últimas horas como madridistas; Soler prepara su regreso al Sevilla, y Contreras, Petkovic, Sandro, Guti y Gómez han sido ofrecidos como moneda de cambio por Davor Suker. El futuro de Michel, Esnáider y Rincón es una incógnita. El primero no cuenta para Valdano, y los dos fichajes extranjeros del pasado verano suman un gol entre los dos (Esnáider, al Tenerife).
El virus del Barça. La era de Cruyff parecía haber desterrado una vieja infección que a lo largo de la historia había azotado a la entidad azulgrana: los personalismos por encima del club. En pretemporada todo eran flores cuando Johan Cruyff había decidido plantar las semillas de una generación luminosa fabricada por él mismo durante su periplo como técnico azulgrana. Las lesiones resquebrajaron al equipo, llegaron los malos resultados y un fútbol pálido e inconsistente, y afloraron los balas contra el entrenador holandés. La cúpula directiva, silenciada por los éxitos de los últimos años, destapó sus diferencias con el técnico, y el pulso Núñez-Cruyff amenaza con triturar un ciclo dorado.
De copas a bastos. La trayectoria de Deportivo y Zaragoza ha sido paralela. Despidieron entre aplausos la última temporada y hoy viven entre tinieblas. En Riazor, el látigo de John Toshack no ha solapado el carisma de Arsenio Iglesias. El galés ha enredado al equipo en un laberinto de cambios tácticos que han dejado al Depor sin personalidad, Sólo Bebeto -16 goles- se mantiene al alza. Milovanovic y Radchenko, los dos fichajes extranjeros de Lendoiro, no han salido del túnel.
En La Romareda no han sentado bien los galones europeos. La relajación de los veteranos y el fracaso de las incorporaciones han triturado al equipo de Víctor Fernández. Higuera, Poyet y Aragón han rebajado sus prestaciones. Entre Dani (2 goles) y Morientes (4) no han igualado los ocho tantos que la pasada temporada anotó Esnáider en la primera vuelta.
La caverna de Stepanovic. No era el primero en la lista de candidatos al banquillo de San Mamés que manejó la directiva del Athletic durante el verano. Fallaron Tommy Svensson y Morten Olsen, y Dragoslav Stepanovic aterrizó en Lezama. Cinco meses después el Athletic da la impresión de haber quedado atrapado en el tiempo. De nuevo su fútbol es cavernario, poco aseado. Triste y sin estilo, el Athletic deambula por el campeonato, sin más destellos que las apariciones de Guerrero.
Los zarandeos de El Sardinero. El fútbol tiene gestos irreverentes. Como el sucedido en el Racing, donde Quique Setién, su jugador más carismático y brillante de los últimos 20 años, ha sido obligado a jubilarse sin honores. Su verdugo, Vicente Miera, también ha salido dañado. Arremetió contra su tierra y sus paisanos, a los que tildó de vagos. Hoy Miera está en el paro.
El mal ojo de la Real, Sevilla y Valladolid. Cuatro equipos marcados por su mala selección de extranjeros durante la pretemporada. La Real, un equipo muy cuidadoso con los foráneos (Oceano, Aldridge, Kodro, Karpin) ha fracasado con estrépito. Yaw, Pürk y Craioveanu no han dejado huella. Un caso similar al de Peixe -despedido hace meses-, Oulida y Moacir, en Sevilla. Y en Valladolid, la lista ha sido tan interminable como infructuosa: Asanovic, Guevara, Pavón, Peternac, Halilovic, Iván Rocha y Gutiérrez.
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