El PP se va de boda
Con Aznar a la cabeza, la cúpula del Partido Popular arropó a la alcaldesa de Zaragoza en su boda
. Apenas hubo ternura, sólo un casto beso en la mejilla entre los contrayentes para desearse paz. El traje tampoco, fue ni corto ni largo, ni siquiera el tradicional de novia. Faltó igualmente tarta de pisos, y e¡ órgano de la iglesia omitió la marcha nupcial, pero medidas de seguridad no faltaron. La notoriedad de los invitados ayer en Zaragoza a la ceremonia matrimonial de la alcaldesa de la ciudad, Luisa Fernanda Rudi, concitó un severo control en torno al convento de las madres dominicas y al restaurante La Venta del Cachirulo, donde los nuevos esposos se juraron primero amor eterno y fidelidad y más tarde compartieron un refrigerio con la plana mayor del Partido Popular, presente en el acto.Sólo se echó de menos al patrón. Manuel Fraga envió uno de los saludos más apreciados por la contrayente, pero razones familiares le impiden estos días abandonar Galicia. A cambio, José María Aznar abandonó por un rato su carrera hacia La Moncloa para convertirse en el padrino.Como tal, acudió a casa de la novia y la acompañó, siempre sonriente, hasta la iglesia. En lugar destacado, además de Ana Botella, ocuparon los reclinatorios algunas de las mujeres de Aznar. Rita . Barberá, Teófila Serrano, Celia Villalobos o Mercedes de la Merced estaban junto a sus compañeros Federico Trillo y Rodrigo Rato, que ni siquiera para esta ocasión mudaron sus ternos y corbatas amarilla y rosa, respectivamente, a que nos tienen acostumbrados en los paslillos del Congreso de los Diputados.Todos lucían sus mejores galas. Ellas, de riguroso negro, pero, por deseo expreso de los ya hoy señores de Sobrino Rudi, se evitó la, indumentaria de etiqueta. Sí parece, sin embargo, según los amigos de la novia, que Luisa Fernanda, pese a la frialdad en la que transcurrió todo el acto religioso, cumplió con la tradición de llevar puesto algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul, aunque al menos esto último no destacara sobre el traje color beis que lucía.Pero el pudor con que la dirigente popular ha llevado todo lo relacionado con su maduro abandono de la soltería no ha permitido conocer detalles excesivamente precisos en torno al que se convirtió en la noche de ayer en el evento social de los últimos tiempos en Zaragoza. La, alcaldesa asumió la parte pública de su vida, pero en todo momento quiso preservar a su ahora marido, el empresario aragonés José Sobrino Ducay (tres años de edad menor que ella, y ambos entrados en la cuarentena), y especialmente a familiares y amigos del novio, de los focos de la televisión y las cámaras de fotos.El acto religioso, que comenzó con un cuarto de hora de retraso, se celebró en el monasterio de la Esperanza, donde las monjas de la orden dominica viven en semiclausura. La comunidad quiso estar presente en la ceremonia, pese a que los populares invitados se desperdigaron por el templo invadiendo los lugares reservados a las hermanas. Muy de acuerdo con la ideología de los contrayentes, los colores dominantes en los adornos florales del día fueron los pontificios. Por un lado, profusión de margaritas blancas en la iglesia, y por otro, mimosas mezcladas con esterlicias amarillas en pequeños centros decorativos sobre manteles del mismo tono para los salones del res taurante.
En el menú del piscolabis: bolitas de foie-gras casero con trufa de Graus (Huesca), daditos de pescado, lechecillas con hongos, ciervo en salsa de manzana y así hasta medio centenar de delicias más, pero todo para comerlo de pie, acompañado de vinos de Aragón y cava de esta mis ma comunidad autónoma.
El viaje de novios que deberá ser de corta duración, ya que la política manda también en el matrimonio, y Luisa Fernanda deberá estar de regreso para participar en el congreso del Partido Popular, que se celebrará a finales de la semana entrante, para designar a los candidatos con vistas a los próximos comicios electorales de marzo. Por lo menos en esta ocasión, en las listas no estará, por voluntad propia, la nueva esposa, que con gobernar la ciudad y los quehaceres matrimoniales ayer adquiridos parece tener ya suficiente ocupación.
Al final de la ceremonia, Aznar se declaró "muy honrado" por haber actuado de padrino. Ésta fue su respuesta al preguntarle cuándo hará lo propio con la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá: "¡Ja, ja, ja ... ! Vamos poco a poco".
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