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El mítico detective Colombo vuelve a TVE

Cuando Peter Falk volvió a televisión en 1989 con el nuevo Colombo, el que desde hoy recupera Televisión Española (22.45) con nuevas entregas, le preguntaron qué diferencias encontraba con la serie que había abandonado 11 años atrás: "Ahora es más difícil encontrar un cenicero". Éste es efectivamente nuestro Colombo de siempre, tal vez un poco más arrugado, siempre educado y respetuoso, con ese aire de incompetente que hace que los sospechosos se crezcan y los espectadores se froten las manos porque, testigos siempre del crimen, saben que Colombo nunca falla.

Bastaba que el héroe de la gabardina dijese con aquella humildad suya: "Oh, perdonen, no me he presentado. Teniente Colombo", y la audiencia ya sabía que este detective que crearon dos amantes del cine de Hitchcock y de la literatura de Dostoievski (William Link y Richard Levinson) terminaría por caerle encima a uno de aquellos sospechosos, primero benevolente, después exasperado, que pensaba haber cometido el crimen perfecto.

Colombo desapareció de la NBC a finales de los setenta porque la serie era cara, y Peter Falk, el actor mejor pagado de la televisión pero también el más aburrido de su éxito. Desde entonces nunca ha dejado de dar vueltas por el mundo, sin perder un ápice de su popularidad. De las reposiciones ya nadie lleva cuenta. Además está el vídeo: los coleccionistas siguen con atención las novedades, como el piloto, o aquel episodio titulado Murder by the book, que en su momento escribió Steven Bochco, un alumno notable del aula Colombo, y que dirigió aquel Steven Spielberg que empezaba en televisión. En Francia la serie Colombo acaba de aparecer entre los 10 programas más vistos de 1995: 11 millones de telespectadores, incluida en el cómputo la producción propia, las películas y hasta los informativos.

Y todo eso sin llevar pistola, sin espectaculares persecuciones de coches, mal vestido y peor peinado. Para colmo fuma, y encima, como descubrió aquel cámara al que se le pedía que iluminara mejor el rostro de Peter Falk, "es que aquí el amigo tiene un ojo malo".

En 1989 Colombo volvió a escena con una nueva serie largamente preparada. Se recompuso una parte del equipo orginal y se incorporaron nuevos elementos, con un presupuesto en torno a los 400 millones de pesetas por cada pequeño telefilme. El esquema es básicamente el mismo. De nuevo el juego del gato y el ratón entre el humilde Colombo y alguien de la clase de los ricos y famosos que esconde un nefando crimen y mira condescendiente al pobre hombre de la gabardina.

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