_
_
_
_
_

El hogar de pensionistas estalló tras un escape de gas provocado por la lluvia

El techo del hogar de pensionistas de la cale de Bustamante (Arganzuela) se derrumbó el martes por la noche sobre 50 jubilados al estallar una bolsa de gas que se había acumulado en el, subsuelo, según confirmaron ayer los técnicos del Ayuntamiento de Madrid. A su vez, la acumulación de gas fue producida por un escape en las tuberías a causa. de un corrimiento de tierras originado por la intensa lluvia. Tras a deflagración, la cubierta se desplomó sobre los jubilados mientras jugaban a las cartas o al dominó. De los 39 heridos, cuatro seguían anoche en estado grave.

Otros siete jubilados permanecían ingresados ayer en diversos hospitales, donde se les atendía de fracturas y heridas de diversa consideración. Los demás volvieron a casa tras pasar la madrugada hospitalizados.Los responsables de Gas Natural comprobaron tras el desplome que el tramoó de la tubería que discurre junto al centro tenía una rotura por la que se fugó el gas. Según la compañía, no se descubrieron anomalías en una revisión efectuada hace un año. Para Gas Natural, la rotura se produjo como consecuencia de un "hundimiento fortuito del subsuelo ocasionado por los últimos aguaceros".

El concejal de Protección Civil, Carlos López Collado, ratificó esta versión. Pero se refirió luego a la responsabilidad de las compañías suministradoras en los accidentes por escapes de gas. "Habría que establecer algún principio de responsabilidad de las, empresas; habrá que preguntarse, si es que la tubería se ha roto por movimiento de tierras, por qué no está más fija. Ha habido un montón de explosiones por gas butano el año pasado; habría que conseguir también que las empresas hagan revisiones gratuitas de la instalación en domicilios de personas mayores que viven solas, y no dejar su seguridad al albur de la picaresca

El escape se canalizó por la red de saneamiento hasta los bajos del edificio prefabricado.

Estado crítico

El, herido de mayor gravedad es Sabino Moreno Domínguez, de 70 años. Anoche estaba ingresado en la unidad de cuidados intensivos del hospital Clínico. Según los médicos, padecía le siones en las costillas, la clavícula izquierda y los pulmones. EI paciente recibía ventilación asistida y permanecía sedado. Su estado era crítico. Otro de los heridos graves, Francisco Sánchez López, de 81 años, se hallaba en la UVI del hospital de la Concepción. Y en sendas camas del hospital de la Princesa estaban Andrea Martín, de 82 años, con fractura de tibia y peroné y contusiones múltiples, y Teresa. Cruz Giménez, de 90 años, con fractura en el húmero.Angel González Prado, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de las Delicias (a la que pertenece el hogar de jubilados), visitó a lo largo de la mañana a los hospitalizados. Casi todos seguían sobrecogidos. "Es que fue terrible", decía Rosa, ingresada en el hospital Doce de Octubre. Cristina, de 76 años, creyó que era una bomba. Por eso gritó tras el derrumbe: "Canallas, canallas, ¡¿cómo habéis hecho esto?!". A otros jubilados la explosión les enmudeció. "Mi padre no puede hablar", explicó la hija de Tomás Yáñez después de que recibiera el alta en el Ramón y Cajal. Miguel Concepción, un guardia civil jubilado que participaba en la dirección del hogar de pensionistas, se emocionaba cuando ayer sus amigos le visitaban. "Ha sido tan impresionante que no pude decir nada", explicaba su esposa.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

En cambio, Juliana González, de 80 años, ingresada en la primera planta del Doce de Octubre con múltiples dolores, se resistía a callarse. "Mis seis amigas y yo jugábamos al cinquillo de peseta cuando se hundió todo", explicó. "A mí me sacaron de allí la última, y sólo me preocupaba por mi marido". A su esposo, Serapio Meléndez, de 83 años, el techo le dañó una pierna. "Yo también estaba preocupado por mí mujer", contó.

Dos asistentes sociales de la Junta Municipal de Arganzuela visitaron también a todos los heridos. "Vamos a ofrecer ayuda domiciliaria a los afectados y se les va a brindar apoyo de auxiliares de hogar". "A ver si el alcalde nos hace un nuevo centro", sugería Juana, de 82 años. "Me libré por poco, porque estaba con los pies metidos en agua en el cuarto de la peluquería [la zona menos afectada por el desplome]. Me hizo más daño el que me sacó. Es que me apretó mucho de la cintura".

Durante todo el día de ayer, la piqueta municipal tiró las paredes del centro que habían resistido la sacudida. Antes, los integrantes de la comunidad católica rescataron las sillas, mesas y enseres indemnes. Entre los escombros aparecieron varias carteras y abrigos. No se salvó nada más.

Decenas de personas, la mayoría ancianos, se concentraban ayer en la calle de Bustamante para observar la demolición. "Es una pena. Yo también venía a veces para tomar mi vaso de leche por 50 pesetas", decía Jesús, de 71 años.

Según Fortunato, uno de los sacerdotes, levantarán un nuevo centro en un solar cercano que les ha cedido Renfe, junto a la parroquia de Nuestra Señora de Los Ángeles. Hacia las seis de la tarde, muchas personas se reunían junto al templo (sito a 20 metros del hogar de jubilados). "Hoy la iglesia se va a llenar más que nunca para la misa", aventuraba un devoto.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_