Ruiz de Lopera sufrió una lipotimia antes del partido
Al Betis, en el Calderón le pasa de todo. Cada una de sus visitas guarda, sorpresa. No hay quien lo evite. La pasada temporada sus jugadores se fueron, por culpa de un mal entendido, sin pasar el control antidoping. Acabaron todos en una clínica madrileña esperando que dos de sus compañeros se animaran a llenar el botecito. Ayer fue aún peor. Todo comenzó media hora antes del inicio del partido. Mientras los futbolistas calentaban en el césped del Calderón, por llamarlo de alguna manera, el consejero delegado del club, Manuel Ruiz de Lopera, permanecía en el vestuario tumbado en una camilla y atendido por los médicos. Allí le mandó una brutal subida de tensión que, según señaló él mismo, una vez restablecido, "me la ha producido el agotamiento, el no poder más. Pero, por coraje, me voy ahora mismo al palco a ver a mi Betis".Dos horas después, el destino le jugó otra mala pasada al Betis, ésta menos lamentable. Ocurrió cuando sus jugadores buscaban la merecida, y reconfortante, ducha. No la encontraron. Al menos, no la encontraron reconfortante. El Calderón, según los responsables del Atlético, se había quedado sin agua caliente a causa de una avería. La estampida de los béticos, rumbo al hotel, fue vista y no vista.
Por allí apareció Lopera, ya con mejor cara, para oír las explicaciones de Clemente Villaverde, gerente del Atlético. Se trataba, sencillamente, de un accidente. "A esto se le llama mala suerte", declaró Lopera. "En fin, poco podemos hacer. Parece que ninguno de los vestuarios tiene agua caliente y hay que aceptarlo".
Pero no era así. Los jugadores del Atlético salieron, tiempo después, bien duchados del suyo. Cabía la remota posibilidad de que se hubieran atrevido a hacerlo con agua fría. Pero varios de ellos despejaron la duda: "No jodas", dijo Caminero.
Pero en el Calderón se habló algo más que del agua. Se habló también, por ejemplo, del árbitro, lo que ya es una costumbre. Los jugadores del Betis se quejaron amargamente del gol rojiblanco. Pedían falta y mano, todo a la vez, de Simeone: Antic no dudó en responderles: "Por Pavor. De los árbitros hay equipos que se quejan antes del partido. Es algo preparado. El arbitraje de hoy ha sido, en todo caso, algo contrario a nosotros. Esto es una campaña organizada. Y de alguna manera están condicionando a los árbitros". Más comedido, por una vez, estuvo Jesús Gil. "Yo no protesto", señaló, "que lo hagan otros". El análisis de Antic sobre el partido tuvo un solo color: el rojiblanco. "Nuestro dominio", indicó, "ha durado 90 minutos. El resultado es injusto. En este campo es más fácil destruir que construir. Sólo nos faltó suerte". No lo vio tan claro Serra Ferrer, para quien jugar en el césped del Calderón, sin llegar a ser un delito, es algo parecido: a un fraude para el espectador. "Es muy difícil pedir a unos jugadores que lo hagan bien aquí".
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