Una joya

Alas pertenece a esa rara especie de teatro para niños que no oculta el lado oscuro de la vida bajo toneladas de fantasía y edulcorante, que da respuestas poéticas a las preguntas de niños y jóvenes y que se sustenta en un cualificado trabajo de actor. Características imposibles si sus creadores no partieran de una "madura concepción de la, infancia y la adolescencia", y, cómo no, de un preciso conocimiento del hecho teatral. Remo Rostagno, uno de los creadores del espectáculo, afirma que los niños se interrogan sobre las cosas con las preguntas más "fuertes", y que, por tanto, el teatro para ellos tiene el deber de responder con la misma fuerza. "Para otras cosas", dice, ya está la televisión".El montaje del grupo italiano La Ribalta cuenta la historia de un hombre hundido en el dolor por haber perdido a alguien querido, que se empeña en convertir su vida en un pedregal, donde no quede nada, donde esté completamente solo. Un ángel le ayudará a reconciliarse con su propio pasado, a recuperar una memoria que le lleva a momentos felices y a momentos tristes, pero que todos son parte de él, son "sus historias", de las que el, ángel carece y que añora.

La escenografía es tan simple como un puñado de piedras -las suficientes para cubrir el suelo del escenario-, un poste de tendido eléctrico y cuatro objetos: una camisa, un tocadiscos, ünos discos, un trompo de bebé y apenas unas cuantas fotos; fragmentos de la memoria que el ángel desenterrará con tozuda curiosidad. Una romántica canción italiana, una camisa perfumada, el relato de unas cerezas robadas para la amada... crean un clima que consigue, sin esfuerzo aparente, la emoción del público.

La simpleza escenográfica y un uso recatado y eficaz de la iluminación resaltan los aspectos poéticos de la función. No en vano Alas, que está recomendada para chicos de 11 años en adelante, es fruto de la creación colectiva inspirada en una serie de textos poéticos y filosóficos y en la película de Wim Wenders Cielo sobre Berlín.

Sobre el escenario, los dos actores hacen gala de verdadera capacidad interpretativa, echan mano de la danza contemporánea, del mimo, de la voz. Verdadero arte en el uso del lenguaje corporal, permite ver un ángel en el cuerpo de un actor vestido con pantalón y camiseta, sin adorno ninguno; con sólo dos trazos rojos en la espalda se puede sentir el sutil aleteo de dos grandes alas en el movimiento de los brazos. Ni siquiera el esfuerzo añadido de decir el texto en castellano resta eficacia al trabajo de ambos.

Alas. Teatro de la Abadía (c/ Fernándéz de los Ríos, 42). Hoy, a las 12.00 y 17.00 horas. 1.200 pesetas.