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Entrevista:

"Madrid es una capital, pero parece un pueblecito"

Mientras aprende a cuajar correctamente una tortilla de patatas o cómo utilizar los artículos de la gramática española, Fumiko, 25 años, rebaja la nostalgia de su Tokio natal con una curiosa amnesia que le impide recordar si el pasado fue mejor. "Olvido para no echar de menos". Vive en Madrid desde 1992 con visado de estudiante de Bellas Artes, y acaba de obtener el Premio Nacional de Grabado destinado a artistas noveles. Medio millón de pesetas para seguir disfrutando del Reina Sofía con esos o jillos que no necesitan parpadear para cerrarse. A Tokio viajó el último verano y regresé con su primera cámara de fotos, desmintiendo la creencia de que todos los nipones nacen con la nikon adherida al pulgar.Pregunta. ¿Venir sola a España, con 22 años, fue un acto de valentía?

Respuesta. Fue curiosidad. Yo quería salir de Japón y ver mundo. Estudiando bellas artes en Tokio, viajé dos veces a Europa. Conocí Londres, París, Barcelona y Madrid, la ciudad que más me gustó.

P. ¿Por qué?

R. No se parece a ninguna otra. Barcelona es como París y Londres tiene un ambiente muy parecido al de Tokio. El casco antiguo de Madrid me entusiasmó. También visité la Facultad de Bellas Artes y me quedé fascinada con la grandeza de aulas y talleres.

P. Sin saber castellano.

R. Ni una palabra, y es un idioma dificilísimo. Hablo como los indios porque me como todos los artículos. En la lengua japonesa no existen.

P. Hablando de comida, ¿japonesa o española?

R. No conozco un solo restaurante japonés de Madrid, porque la comida española me entusiasma.

P. ¿Es buena cocinera?

R. No. Un día intenté hacer una tortilla de patatas, y figúrate qué aspecto tendría que mis amigas españolas pensaban que estaba haciendo un plato japonés. Pero al final nos la comimos.

P. En tres años ha vivido en tres barrios, Ventas, Batán y ahora Chamberí.

R. Lo de Batán fue muy divertido. Encontré un piso allí y, acostumbrada a las dimensiones de Tokio, pasé un año entero pensando que vivía en pleno centro.

P. ¿Tan pequeño le resulta Madrid?

R. Es una ciudad muy manejable, muy cómoda; es toda una capital, pero parece un pueblecito. Sólo una cosa me pone muy nerviosa: las colas. Vayas donde vayas, siempre hay que perder el tiempo haciendo cola.

P. ¿Nunca se ha sentido un poco sola?

R. Yo me adapto muy bien a los sitios porque tengo muy mala memoria, mejor dicho, una memoria selectiva que me impide echar de menos lo que no tengo. Yo no noto la distancia. Hasta Tokio apenas hay 24 horas de avión.

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