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FÚTBOL DECIMOCTAVA JORNADA DE LIGA

El Atlético destroza la tabla

El equipo rojiblanco golea el Compostela y termina el año de líder

, El Atlético cumplió su sueño de la mejor manera posible. Se deshizo del Compostela con una goleada ruidosa y, al tiempo, escuchó congratulado los pinchazos de sus más directos perseguidores. Abrió ayer el Atlético una brecha terrible en la clasificación, de unas dimensiones escandalosas. Se va del 95 con el liderato bien amarrado (algo que no ocurría desde hace una eternidad), tras propinar un contundente golpe de autoridad sobre la tabla. Y disparó de paso la ilusión de su gente. Sopla viento de popa por el Manzanares. Reina la alegría.

Y eso que ayer, el Compostela cumplió sus amenazas y le arrojó a la cara, un puñado de dificultades. Ninguna, eso sí, en el apartado ofensivo, que Molina volvió a vivir una jornada tranquila. Presionó al Atlético en su salida y le ahogó unos metros después con un trabajo defensivo muy ordenado, con las piezas muy juntas. Su entramado sólo se descosía con cambios de juego. Sobre todo, cuando éstos señalaban hacia la banda derecha rojiblanca. Por allí, Caminero, primero, y Pantic, después, llenaron de grietas la pulcra línea diseñada por Vázquez. Murió el grupo gallego, pues, por la zona que tenía llena de heridas: sin Nacho, el inquilino natural de ese flanco, y sin Lekumberri, el chico para todo del equipo.

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Fue esa banda derecha el escenario por donde Pantic y Caminero agrandaron el partido. Especialmente el serbio. Tuvo Pantic una noche inspirada. Cada una de sus apariciones dejó un gesto para el recuerdo. Dispone el 10 del Atlético de un variadísimo juego de engaños, a cuál más bonito, a cuál más eficaz. Sus amagos esconden el efecto de una llave de judo: los rivales acaban en el suelo, con las piernas convertidas en un nudo. Luego, con el contrario caído, mide el centro o el tiro. El juego de Caminero dibujó menos adornos; fue más directo, más vertical, pero igual de efectivo.

No resultó extraño que Pantic y Caminero construyeran el primer tanto. El primero enredó á la defensa, la condujo hacia el lado equivocado. Y el segundo explotó a continuación su poderosa llegada. Firmó el cuadro Penev, a dos metros de la línea de gol, la única distancia que le favorece. Cuando llega desde atrás, cuando aparece con más espacio, se emborracha de problemas.

Tiene el búlgaro un mal crónico con los mano a mano ante el portero de turno. Volvió a disponer ayer de un par de ellos y volvió a tirarlos directamente a la basura. Traza Penev la carrera con una inseguridad evidente, enfila la portería rival anunciando a gritos el fallo y cuando llega el momento del tiro todo está perdido. El asunto va camino de convertirse en una obsesión, una psicosis que alcanza incluso al graderío.

Abierto el Compostela tras el gol, y pasados por alto los resbalones de Penev, el Atlético se puso a disfrutar. Tanto con lo que sucedía en el campo (el juego del Atlético tuvo ráfagas hermosas), como con lo que le contaba el marcador electrónico (se celebraba a rabiar cualquier contratiempo del Barcelona y el Espanyol). El Atlético terminó la faena con aroma de goles y fiesta. 15 temporadas después despide el año desde lo más alto, en el mismo cielo.

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