Discapacitados

Cuando en nuestra organización social tenemos que proponernos objetivos como el de la integración de discapacitados, algo nos está fallando. Me pregunto a quién tenemos que integrar y dónde. Conozco de cerca el mundo de los discapacitados y las barreras físicas y psicológicas que tienen que ir abriendo, siempre a fuerza de lucha y en muchos casos de sufrimiento oculto.He vivido muy cerca de Luis Angel, un discapacitado con una distrofia muscular congénita, una de las minusvalías más graves que existen actualmente, y, por supuesto, no todo ha sido fácil. Muchas veces prestigiosos médicos no le han tratado como se merecía. Recuerdo el caso de uno que cuando le atendió siendo un bebé nos dijo: "Esto se os muere". Recuerdo también las dificultades que hubo que superar hasta lograr la escolarización, un cuidador, rampas de acceso y el ascensor en el colegio, o autobuses con acceso para minusválidos o rebajes en los bordillos.

Hubo también momentos duros cuando la enfermedad se agravó, pero no olvidaré nunca su lucha, su entusiasmo, sus proyectos hasta el último día de su vida, su trabajo eficaz, su inteligencia siempre tan positiva y constructiva, sus horas de esfuerzo con el ordenador, su pasión por la vida, su paciencia heroica, su amistad, su cariño, la felicidad que nos proporcionó... Y por eso siempre pienso que o bien tenía una fuerza especial o simplemente se sintió querido.

Creo que la integración no sería necesaria si luchásemos un poco más por la justicia y los discapacitados recibieran el trato y respeto que merecen, si se sintieran queridos, necesarios, y se les tratara siempre como a uno más.- , Cantabria.