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Reportaje:

Un largo de 12 meses

Las piscinas climatizadas municipales registran al año unas 800,000 asistencias

Elsa Fernández-Santos

Cada invierno, miles de madrileños se despojan de sus abrigos para compartir metros cúbicos de agua climatizada. Ni el fuerte olor a cloro, ni la estrechez de algunos vestuarios ni el inevitable e incómodo gorrito para la cabeza, impiden que las 18 piscinas climatizadas municipales de Madrid estén llenas. Mientras en la calle ya hace frío, estos recintos burbujas donde la tempertura ambiental ronda los 30 grados registran 800.000 asistencias al año. El resto de las entradas de nadadores, hasta un total de 3. 100. 000 anuales, se concentran durante el verano en las piletas descubiertas.Siempre en línea recta, sin chapoteos y en silencio, los usuarios de las piscinas climatizadas son en su gran mayoría personas con problemas de espalda o niños que aprenden a nadar. Un aparente orden reina en estos recintos. No hay ni gritos, ni aguadillas, ni juegos. "Venimos a nadar, no a bañarnos", matiza un grupo de jóvenes que han eligido la natación (en la piscina de Moratalaz) como deporte de invierno.

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En otra piscina, la de La Concepción, una niña de 12 anos, cargada con una enorme mochila, dice: "Tengo la espalda torcida". Y añade: "nado sin falta tres veces a la semana desde hace tres aflos". La piscina de La Concepción, cuyos accesos están en obras, está rodeada de colegios. Su ambiente nada tiene que ver con el de La Latina, una de las más antiguas de Madrid y sin embargo de las más agradables. Enterrada en el corazón de la ciudad, a través de sus enormes vidrieras el sol ilumina el agua. Su temperatura, quizá por la ayuda del sol, alcanza los 27 grados. "Para mí es una de las ventajas de este lugar", señala una usuaria jubilada que dos veces a la semana, y desde hace cinco años, nada durante un hora. para combatir un problema en sus rodillas. "Yo vine aquí porque me la recomendó mi abuela. Antes iba a la de Lago, pero ésta es mejor", dice una chica de 19, años que con la natación mitiga los dolores cervicales "de tanto estudiar".

En Madrid 15.000 adultos reciben clases de natación al año, 11.500 jubilados y 10.000 niños. Los más pequeños invaden las piscinas cada tarde. Algo que provoca protestas en muchos usuarios, ya que las clases suelen ocupar en muchas piscinas incluso más de la mitad de las calles.

Mientras por las mañanas es difícil ver niños, por las tardes son aplastante mayoría. A esas horas los vestuarios se llenan de madres que visten y desvisten a sus hijos. "Los vestuarios son muy pequenos e incómodos", señala una monitora de natación. "Si se comparan con las piscinas de Barcelona, las de Madrid pierden. Aunque en Barcelona son más caras". En la piscina de Charnartín, un viernes a las siete de la tarde, hay, que hacer cola para vestirse y ducharse. "Esta hora es la peor. Todos los colegios coinciden", señala una madre que tres días a la semana acompaña a su hijo. Mientras el niño nada ella lo contempla desdé las gradas. Otra usuaria de la piscina de Chamartín, también con problemas de espalada, añade: "Las piscinas deberían estar mejor, sobre todo los vestuarios. Pero es que venir aquí no es un capricho y además los precios [450 pesetas por entrada, 6.750 un abono de 20 baños] están bien".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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