_
_
_
_
EL 'CASO GAL'

Una llamada inculpatoria

Las acusaciones contra el ex ministro se centran en una supuesta conversacion telefónica con Sancristóbal

MARTíN NARRILLOS "La víspera de ser liberado, uno de los secuestradores me dijo en español que tenía que matarme. Otro dijo 'no' y, dirigiéndose a mí, me dijo: 'Mira, también aquí hay sanguinarios'. ( ... ) , No tenía ninguna esperanza. Pensaba que me iban a eliminar. Deseaba entonces que la liberación de la muerte llegara pronto". Así recordó Segundo Marey ante el juez Baltasar Garzón, que le tomó declaración en enero pasado en Bayona (Francia), su secuestro en diciembre de 1983. La primera acción reivindicada por los GAL fue un fiasco. Su objetivo era el etarra Mikel Lujua, no Marey, un vasco natural de Behovia-Irún cuyos padres, republicanos y socialistas, se habían exiliado en 1936 y que, a sus 51 años, éra un pacífico vendedor de mobiliario de oficina aficionado a la música -tocaba el saxofón en la banda municipal de Hendaya, donde residía- y los toros- había sido corresponsal -del semanario El Ruedo-

Más información
Barrionuevo niega que el secuestro de Marey fuese preparado desde Interior
Móner mantiene en libertad a Barrionuevo por ahora
"Ni en Suiza ni en Cercedilla"

Su cautiverio de diez días en una casa semiderruida de Colindres (Cantabria) marcó a Marey no sólo desde la perspectiva física, sino también desde la psicológica, hasta el extremo de proclamar en diciembre de 1994: "Siento que España ya no es mi patria (..) Me gustaría sinceramente que el Estado español me pidiera perdón. Creo yo que es lo mínimo que podía hacer con un hombre roto". También marcó a José Barrionuevo. Al menos, en función de la supuesta llamada que le hizo Julián Sancristóbal, entonces gobernador civil de Vizcaya, desde el despacho de Francisco Álvarez, jefe superior de la Policía de Bilbao, y en presencia de éste; de Ricardo García Damborenea, secretario general de los socialistas vizcaínos, y de Miguel Planchuelo, jefe de la Brigada de Información.Aunque son numerosas las alusiones a Barrionuevo en el sumario de la causa instruida por Garzón, ese presunto telefonazo es, en efecto, el único hecho del que se aportan detalles, incluida la fecha -el 4 de diciembre de 1983-, y del que existen testimonios más o menos coincidentes.Eso sí, muchos son de oídas. "Ricardo [García Damborenea] y yo hemos decidido quedarnos con el tío [ya se tenía constancia de que el apresado no era Lujua, sino Marey] unos días y dar un escarmiento a los franceses para que éstos vayan,entrando en razon". Esa fue la información que los presentes escucharon que Sancristóbal comunicaba a alguien. ¿A quién? A Barrionuevo, según él, que habría autorizado que Marey siguiese retenido.Sin embargo, no todos tuvieron conocimiento de ello al instante. Planchuelo, en concreto, ha reconocido que durante años pensó que se trataba de Rafael Vera, director de la Seguridad del Estado. Hace unos meses, compartiendo ambos la prisión de Guadalajara, Sancristóbal le aseguró que su interlocutor había sido Barrionuevo.Finalmente, Sancristóbal, García Damborenea, Álvarez, Planchuelo y Amedo han señalado en sus acusaciones hacia el Ministerio del Interior, o sea hacia su titular. De acuerdo con sus denuncias, Barrionuevo habría avalado la guerra sucia contra ETA, que sumó casi una treintena de asesinatos; la habría costeado con dinero procedente de los fondos reservados, y habría asumido el sacrificio de un inocente, Marey, perseguido desde entonces por un tormento fantasmal al que llama "mon frére" ("mi hermano".): "Siempre está conmigo".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_