Y ellos
Cansada de la burricie varonil con que a veces tengo que enfrentarme, estupefacta ante la ocasional ceguera masculina para comprender la realidad más evidente y preocupada por la total incapacidad de algunos hombres para discernir lo que les conviene, he llegado a la conclusión de que ya va siendo hora de dejarse de pamemas y pasar a la acción. O sea: ya va siendo hora de que los hombres se liberen.Porque las mujeres, occidentales ya estamos razonablemente emancipadas. La inmensa mayoría de las chicas de hoy, incluso las más tradicionales o las más idiotas, tienen una idea más o menos clara de su libertad, de sus derechos, de su identidad como mujeres; y si todavía persisten muchos desequilibrios es porque la otra parte, los chicos, no se aclaran. Y es que ahora quienes necesitan de verdad emanciparse son los hombres: todos esos varones, pobres míos, que andan hechos un lío, y que están tan maltratados por el machismo que ni siquiera se dan cuenta de que son víctimas.
En esto son como las mujeres del siglo XVIII, quienes, salvo unas poquitas pioneras, no eran conscientes de su propia explotación y temían a los que hablaban de feminismo (porque todos los cambios profundos amedrentan). Entonces hubo caballeros progresistas como Condorcet que enseñaron a sus contemporáneas a ser libres; ahora, en cambio, creo que ha llegado el momento de empezar a explicarles a los hombres que también ellos pueden liberarse. Que no necesitan seguir siendo los más duros, los más listos, los más valientes, los más ricos, los más fuertes, los más triunfantes y los que la tienen más larga del planeta; y que no deben de austarse con los cambios, porque al final es cosa evidente que saldrán ganando. Ha sonado la hora, pues, de la emancipación de los varones. Tiempos heroicos nos aguardan.