_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Involución

LA VICTORIA de formaciones de izquierdas emanadas de antiguos partidos comunistas en algunos países que fueron miembros del Pacto de Varsovia, como Polonia o Hungría, ha llevado erróneamente a algunos analistas a hablar de un proceso de involución antidemocrática o de una resurrección comunista que al menos en estos casos no existe. La misma interpretación han hecho en España los dirigentes comunistas en su congreso del pasado fin de semana. Parecen apostar por que, pasada la confusión de los últimos, cinco o seis años, los dogmas comunistas vuelven lentamente a mostrar toda su vigencia.Es un craso error, pero todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Los dirigentes ortodoxos del Partido Comunista de España han creído ver adhesiones a su inmersión en el túnel del tiempo en estas conquistas electorales de una izquierda totalmente reconvertida a la socialdemocracia y ajena a las excursiones por el leninismo, el centralismo democrático y las vanguardias que siempre llegan con retraso a todas partes.

Por desgracia, en Eslovaquia si nos hallamos ante un proceso de invalución hacia las esencias, en el que la democracia parlamentaria ha pasado a ser un simple instrumento para mayor gloria de los objetivos finales y gloriosos de la dirección gobernante. La larga marcha hacia el pasado del primer ministro, VIadímir Meciar -ex boxeador, populista y demagogo-, sólo puede acabar en la parálisis económica, el subdesarrollo endémico, y el autoritarismo, además de provocar graves: fricciones étnicas en Centroeuropa. Porque la ortodoxia estatista ha solido ir ineludiblemente unida a la manipulación nacionalista en esta parte del mundo, y Meciar ha dado pruebas de ello.

Hace tiempo que Meciar dejó de ser un excéntrico para convertirse en un peligro. Su enfrentamiento con el jefe del Estado, Michal Kovac, es ya virulento. Causa principal es la obsesión de Meciar por asumir competencias institucionales que no le corresponden, violando las normas democráticas más elementales. Su última iniciativa provoca estupefacción a cualquier demócrata. Quiere aprovechar su mayoría en el Parlamento para expulsar de éste a la Unión Democrática, que cuenta con 15 diputados tras haber recibido 250.000 votos. Esta medida llevaría a los restantes partidos a repartirse los escaños del partido expulsado, y Meciar lograría una mayoría de tres quintos, suficiente para destituir al presidente de la República. De ahí a suspender las funciones del Parlamento hay un paso.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

De la irresistible tentación de Meciar al abuso de poder y la intolerancia dice mucho la ley sobre el lenguaje oficial aprobada en noviembre, que impone el uso exclusivo del eslovaco en toda la vida oficial, marginando así al ostracismo social a la minoría húngara, que cuenta con más de 600.000 miembros, un 20% de la población. Lo que estaba garantizado en el marco checoslovaco, es negado así en el eslovaco. Las protestas internacionales comienzan a ser masivas. Hay que hacer ver a Meciar que si se comporta como un dictadorzuelo será tratado como tal.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_