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El desfile que acabó a golpes

Una parada militar en Ginebra para unir a soldados y civiles acabó en una violenta batalla campal

El tiro salió por la culata. El coronel Jean-François Duchosal, jefe del Ejército en Ginebra, se empeñó en celebrar una jornada de hermandad y acercamiento entre la población civil y sus militares, pero el día acabó en una auténtica batalla campal entre pacifistas y policías antidisturbios en medio de barricadas incendiadas, coches volcados y escaparates rotos. Decenas de heridos, entre ellos varios policías, daban fe a última hora de la noche del martes de la inusitada violencia que agitó a una ciudad tan acostumbrada a todo lo contrario.Hacía seis años que no se celebraba un desfile militar en Suiza, país que no dispone de un ejército convencional y profesional, sino que sus fuerzas militares están integradas por ciudadanos que periódicamente deben incorporarse a filas. Este año, el coronel Duchosal convenció a las autoridades municipales de la conveniencia de realizar el desfile por el centro de la capital. Según él, se trataba "de acercar a los ginebrinos a los soldados encargados de defenderles", sin recordar que hace sólo unos años, concretamente en 1989, los habitantes de la ciudad se expresaron en referéndum en contra de la existencia de un ejército en el país.

Los pacifistas no tardaron en buscar una respuesta. El grupo Por una Suiza sin Ejército convocó para el mismo día una manifestación ante el monumento erigido en memoria de los 13 ciudadanos muertos en 1932 en enfrentamientos con el Ejército en la capital suiza durante una huelga. Precisamenite hace sólo unos días se había conmemorado el aniversario de tan graves incidentes. Los pacifistas querían demostrar que "el pueblo no apoya a la institución militar". Para evitar posibles incidentes, policías antidisturbios realiza ron un gran despliegue por todo el centro de la ciudad.

Todo fue inútil. A primera hora de la tarde, muy poco después de celebrarse el desfile ante unos miles de curiosos, muchos de ellos jubilados, las calles céntricas de Ginebra eran escenario de violentos encontronazos entre policías y manifestantes. Las autoridades explicaron ayer que, mezclados entre los pacifistas, numerosos elementos radicales atacaron a los agentes con cócteles mólotov, papeleras incendiadas, piedras y otros objetos contundentes. Al menos dos policías seguían ayer hospitalizados, mientras una decena de detenidos -siete de ellos, menores de edad- eran interrogados en distintas dependencias.

Los más graves incidentes se produjeron a lo largo de tres horas durante la tarde. Poco después de finalizado el desfile, en el que participaron los componentes de un regimiento y varios carros de combate, los manifestantes más airados provocaron a grupos militares. y llegaron a incendiar un vehículo del Ejército.

Cuando los brotes de violencia parecían apagarse, ya por la noche, surgieron nuevos enfrentamientos y la policía antidisturbios utilizó abundantes dosis de gas lacrimógeno contra grupos de jóvenes dedicados a romper escaparates o cristales de coches. La ciudad no recuperé la calma hasta bien avanzada la madrugada de ayer.

La prensa ginebrina trataba ayer con amplitud de espacio lo ocurrido. Los periódicos señalaban que la ciudad no había vivido tal violencia desde agosto de 1988, año en que se produjo una airada manifestación contra la asamblea de la Liga Mundial Anticomunista.

El periódico Le Nouveau Quotidien señalaba ayer que finalmente el Ejército desfiló, pero se refería a la "ridiculez" de celebrar un acto de "reconciliación" que tuvo que ser vigilado por centenares de policías. La prensa destaca que ahora la jornada sólo será recordada por los violentos incidentes entre más de un millar de jóvenes y la policía.

Para los periódicos ginebrinos, los manifestantes emplearon una "violencia gratuita" pero también fue desmesurada, dicen, la fuerza utilizada por la policía, que golpeó a muchos jóvenes que no participaban en la protesta.

Para Le Nouveau Quotidien, tras el espectáculo del martes, ha quedado claro que "el pueblo desea sin duda que el Ejército y las autoridades ginebrinas presenten una imagen menos folclórica del país" ya que el origen del problema, explica, residió en que los políticos municipales cedieron a los "caprichos" de Duchosal al aceptar que se celebrara un desfile. El diario, a la vez, exige a los militares que "se queden en sus cuarteles". Ayer, pese a todo, se organizó una exhibición de armamento.

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