El Rayo saca provecho de una buena salida
El Sporting jugó desde el minuto dos con un hombre menos y un gol en contra
Cerca del pitido inicial el Rayo recibió la mejor de las noticias posibles: un gol propio y una expulsión en el bando rival. De pronto, cuando aún no se llevaban dos minutos de juego, el Rayo se encontró dentro de un partido de lo más recomendable, con todo el viento a favor. El Sporting se vio en la situación contraria; con todos los síntomas de una mañana gris y dudando, además, de la legalidad del suceso. El lance influyó en el desenlace, pero no constituyó finalmente tanta ventaja como se prometían los unos y se temían los otros.El desequilibrio numérico generó, paradójicamente, un juego equilibrado. El Sporting ni se hundió ni regaló muchos más huecos de la cuenta. Peleó dignamente por la posesión de la pelota y por el mando en el centro del campo, esa zona hacia la que señalan siempre los profesionales como prioritaria. Rezza corrigió la expulsión de Ablanedo y la obligatoria entrada posterior del portero suplente, Ramón, retirando a un defensa, Pablo, pero dejando intacta una línea medular construida con cinco hombres, uno, Lediakhov, algo más adelantado. El Sporting careció, eso sí, de ocasiones. Acumuló todas en los últimos cinco minutos de la primera mitad dos golpes francos de Hugo Pérez y una volea venenosa de Lediakhov.
El Rayo tampoco se creció en exceso con el gol, ni con su mayoría de personal. Pero jugó mejor que en otras citas. Lo hizo con sentido, una virtud ausente en las 12 ornadas precedentes. Y, probablemente, porque después de media docena de pruebas baldías (Martín González, Andrijasevic, Castillo, Calderón, Barla...) se dejó llevar al fin por un medio centro puro, Gallego. Mientras aguantó en el campo (sólo 71 minutos, por unas molestias en la pierna), fue la brújula del equipo, la referencia en la que apoyarse siempre.
La presencia de Gallego en el once inicial no fue la única novedad que se permitió Marcos Alonso. También varió la táctica, la redujo a cuatro defensas, tres medios y dos delanteros. Y envió al otro elemento (primero a Cortijo y luego, a los seis minutos, a Cota) a jugar otro partido, individualizado: perseguir allá donde fuera a Lediakhov, el mejor futbolista de la nómina rival. Cota consiguió anular al ruso.
De poco más pudo presumir ayer el Rayo. Si acaso de dos o tres roscas templadas de Castillo desde la derecha y de otros tantos regates imposibles de Onésimo. Pero no tuvo el encuentro bajo el brazo hasta el 2-0. Antes, hasta temió por el resultado. Sucedió en la segunda parte, cuando el partido cayó en un atasco, se llenó de barullos y Dani Bouzas amenazó con hacer de sus regates la llave del empate.
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