Ayuntamiento con cepillo

"No venga a pedir. Venga a dar. Se admiten donativos. [Firmado] El alcalde". Así de escueto es el cartel que Mario de la Fuente, alcalde de Robledo de Chavela (2.075 habitantes), del PP, colocó el martes en la puerta del Ayuntamiento. Y es que este regidor está dispuesto a aceptar "todo el dinero que entre por esta vía para paliar la crítica situación municipal".De la Fuente lo explica: "No es ninguna broma. Me he encontrado las arcas vacías. Y eso no es lo malo, sino que además debo 425 millones y 110 hay posibilidades de pagarlos". El presupuesto es de 200 millones. Según los técnicos, si durante 16 años Robledo no invierte ni una sola peseta, podrá pagar la deuda. "¿Y adónde voy yo así?", pregunta.El regidor continúa: "No sé qué hizo con el dinero la anterior corporación [una coalición de independientes y socialistas], porque no efectuó casi ninguna obra. Somos el pueblo con peor situación económica de toda la región. En febrero, ya no podré pagar las nóminas". El primer teniente de alcalde de la anterior corporación, Raul de la Fuente, del PSOE, explicó ayer que desconocía la deuda existente. "Pero muy lejos de lo que indica,Mario, no deben andar", dijo.

En Robledo, un pueblo sin polígono industrial y con la agricultura y la ganadería en decadencia, el 40% de las calles están sin asfaltar, el campo de fútbol es un pedregal, las canchas de deporte carecen de vestuarios y gradas y no existe centro cultural ni colegio de secundaria. "Ahora, eso sí. Tenemos unas pistas de tenis que están cubiertas con el mismo Material que las del Open USA. Sólo tienen un problema: como el anterior alcalde las mandó hacer a toda prisa para inaugurarlas en las elecciones, se olvidaron de ponerlas desagües. Cada vez que llueve, se inundan. Todavía no están pagadas".

El alcalde considera que existen pocas soluciones para que el Ayuntamiento salga de la crisis: "No Puedo subir los impuestos porque ya alcanzan el máximo legal. Sólo nos que da una solución: crear contribuciones especiales. Pero no sé cómo se lo tomarán los vecinos", dice. "Me dan ganas de tirar la toalla. Esto de la política es una auténtica guarrería", termina este alcalde que, hasta el pasado mayo, nunca había sido concejal.