_
_
_
_
Reportaje:FÚTBOL

Y si marcas ¿qué?

Los jugadores entablan una interesante competencia por innovar la forma de celebrar los goles

Robert Álvarez

La imaginación, catapultada por la televisión, ha abierto una de las batallas más innovadoras y divertidas del fútbol. Un recuento apresurado descubre las variadas e insospechadas formas en que un futbolista puede destapar su adrenalina tras marcar un gol. El rito derrumba el tópico y a quienes insisten en que en el fútbol no queda nada por inventar se les puede rebatir con una sesión de vídeos sobre la forma en que determinados jugadores celebran sus goles. Se mantienen los estereotipos. Algunos reaccionan como Hugo Sánchez, como si les hubiera tocado el gordo de Navidad; otros como Gárate, como si bostezaran después de una siesta. Pero entre los primeros se ha entablado una estimulante competencia.El Metz se ganó la portada de L'Équipe tanto por su sorprendente liderato en la Liga francesa como por su forma de festejar las dianas que le dieron la victoria ante el Auxerre: todos sus jugadores imitaron el movimiento de una oruga, arrodillados sobre el césped y cogidos por los tobillos. No obstante, el copyright pertenece al Bari, italiano.

Las restricciones marcadas por la FIFA, temerosa de que un gol sea excusa para excesos en público ha avivado la imaginación. Una vez prohibido que los jugadores se desnuden el torso, el dellantero del Liverpool, Fowler, en un alarde de prestidigitación, gritó uno de sus tantos dándose la vuelta a la camiseta sin quitársela. Kluivert, del Ajax, le imitó en la final de la Copa de Europa y pudo señalar con el dedo su nombre, que pasó de la espalda al pecho en un abrir y cerrar de ojos.

El brasileño Viola festejó su primer gol en el Valencia, logrado ante el Compostela, lanzándose en plancha al césped, como si de una piscina se tratara. Una forma ya muy vista y que no responde a su amplio catálogo expuesto en Brasil: hacer el cerdo, el canguro o el karateca, cuando no levantarse la camiseta con el truco de que bajo la misma llevaba otra con la inscripción: "Dedicado a mi mamá". Acciones de poca monta comparadas con la última moda en su país. Algunos futbolistas, tras marcar goles, se han apretado los genitales en señal, dicen ellos, de alegría. La Confederación Brasileña de Fútbol ha abierto una investigación y está dispuesta a zanjar el asunto con fuertes sanciones. Más original fue un jugador del Boca Juniors, argentino, que tras llevar el balón a la red se fue hacia uno de los anuncios situados cerca de la línea de fondo y apoyados en forma de triángulo sobre el césped. Se agachó, se metió dentro y sus compañeros que iban a abrazarlo se fueron unos a derecha y otros a izquierda ya que no sabían por dónde iba a salir.

El nigeriano Amokachi escenifica - su alegría goleadora con sus compañeros del Sporting de Lisboa: le rodean en círculo y a medida que les va señalando se van cayendo al césped. Famosa e imitada fue la forma en que Bebeto dedicó un tanto marcado a Holanda en el Mundial a su esposa, Denise, y a su hijo recién nacido, Matthaus: acunando a un imaginario bebé, junto a Romario.

Los jugadores españoles también han aportado imaginación. Jose María, del Madrid B, tras un gol en vaselina a Osasuna, se fue a la valla que separa el campo de la grada y a través de ella le dio un beso a su madre, que estaba presenciando el partido. Famoso se hizo el grito de Michel -"¡me lo merezco!"- tras marcar su tercer gol contra Corea en el Mundial 90, y son conocidos los gestos toreros de Claudio y Amavisca, quien acostumbra a dedicar los goles, con una rodilla en el suelo y el dedo índice señalando al cielo, a un amigo fallecido en un accidente de trabajo.

Otros gestos más vistos son los bailes de samba, taparse la cara con la camiseta, jugar con el banderín de córner -Asprilla simulaba que un perro hacía pipí en él-, plegarias diversas -Jairzinho fue uno de los precursores en el Mundial de México 70- y subirse a las vallas. Uno de los más difíciles -algún imitador se ha roto las costillas- es la célebre pirueta de Hugo Sánchez, no en vano le enseñó a ejecutarla su hermana, gimnasta olímpica en Montreal 76. Gascoigne invita a la hinchada con ostensibles gestos a beber una jarra de cerveza y Cantona festeja su regreso tras su Nalluimi y su gol al Liverpool subiéndose a un palo junto al rectángulo de juego.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_