Guerra al automóvil
Desde que hace poco más de año y medio los habitantes de Amsterdam (713.407 habitantes) votaron en referéndum por un centro con menos coches, se declaró abiertamente la guerra al automóvil. A las calles estrechas, de por sí elemento suficientemente disuasorio para evitar al menos los aparcamientos en segunda fila, hay que unir ahora las elevadas sanciones.Los infractores pueden tener la casi completa seguridad de que encontrarán un cepo que bloquee su rueda. Librarse de él cuesta una multa de hasta 200 florines (unas 15.000 pesetas) seguida de una espera hasta que llega quien abre el cepo.
La nueva legislación implantó un sistema de tarjetas de aparcamiento para residentes que, por unas 3.500 pesetas cada tres meses, asegura un espacio en la zona. Los parquímetros cuestan cuatro florines (casi 300 pesetas) la hora.
Los atascos no son graves en el centro de una ciudad donde la bicicleta y los tranvías ejercen como vehículos de transporte por excelencia. El problema del tráfico en Holanda se centra en las autovías que unen las grandes ciudades.
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