_
_
_
_
_

"Empecé a estudiar ruso a los 65 años para tener el cerebro vivo"

A partir de la tercera semana de vida, el cerebro es incapaz de reproducir las células nerviosas que componen el órgano más importante del cuerpo humano. Al llegar a los 20 años, el cerebro pierde cada día 20.000 células, un proceso de deterioro que no se interrumpe hasta la muerte. La esperanza de una vida longeva agrava las posibilidades de sufrir en la ancianidad pérdidas importantes de la funcionalidad cerebral. El profesor Jordi Cervós, catedrático de Neurología y director del Instituto de Neuropatología de la Universidad Libre de Berlín, niega que la vejez acarree inevitablemente la demencia y apuesta por mantener la cabeza activa para mitigar las consecuencias del envejecimiento cerebral. "Yo mismo he empezado a aprender ruso ahora para mantener el cerebro activo", afirma con entusiasmo Cervós, de 65 años, que ha decidido predicar con el ejemplo. Pero añade que no hay que esperar a los primeros síntomas de envejecimiento y que conviene ponerse metas intelectuales cada vez más altas, desde la juventud."Lo más importante es lo que ocurre en el cerebro, lo psíquico, lo genuinamente humano. Que no podamos nadar 3.000 metros o no podamos saltar con pértiga es triste, pero no tanto. Pero cuando uno se olvida de los nombres de los nietos empieza a ser más problemático", mantiene este neuropatólogo que a la edad reglamentaria de la jubilación mantiene una plena forma envidiable.

Los investigadores han podido determinar que el cerebro dispone de sus propios mecanismos para compensar las deficiencias derivadas de la pérdida de células nerviosas y el deterioro de la sinapsis (el contacto entre las terminaciones de las células nerviosas). "Debemos hacer traba ar al cerebro, incluso desde la juventud", afirma taxativamente Cervós.

A pesar de su intensa actividad al frente del Instituto de Neuropatología de la Universidad Libre de Berlín, Cervós afirma que no le falta tiempo para luchar contra los caracteres cirílicos del ruso. Pero también añade que hay otras tareas más sencillas que practicar, igualmente recomendables: "Preocuparse de las tareas del hogar, atender a los nietos, cuidar un jardín, leer con atención los artículos más sesudos del periódico, escuchar música o ir al teatro son costumbres muy positivas para mantener la capacidad intelectual tan ágil en la ancianidad como en la Juventud", mantiene este neuropatólogo. "La emancipación de la mujer va a ser benefiosa para los hombres porque les va a obligar a trabajar en el hogar después de la jubilación", opina Cervós.

Los neurólogos no saben cuál es la incidencia del estrés en el proceso de envejecimiento celular. "El equilibro es lo mejor", sentencia Cervós, "Ni una vida muy tranquila ni un estrés continuo. No se ha podido demostrar que el sufrimiento sea necesariamente negativo para conservar la funcionalidad cerebral. Los factores que inciden en el envejecimiento son tan complejos que es muy difícil concretar el riesgo en un solo parámetro". Cervós advierte del peso de la herencia genética en el envejecimiento. "Existe un grupo de personas, a los que denominamos supervivientes, a quienes las degeneraciones de la senilidad afectan más tarde y en menor medida", señala.

El neurólogo defiende con vehemencia que el destino del anciano no tiene por qué estar ligado a la demencia senil. "El cerebro tiene muchas posibilidades de adaptarse a la pérdida de células", explica. La edad crítica de aparición de los primeros síntomas de demencia se encuentra entre los 60 y los 85 años. "A partir de esa edad, los ancianos que sobreviven no presentan el proceso de demencia. No es el destino por vivir más".

El profesor se esfuerza en lanzar un mensaje positivo frente al deterioro de la calidad de vida que implica el envejecimiento. Los avances farmacológicos abren una puerta de esperanza para tratar el envejecimiento cerebral y sus patologías. El aporte de enzimas a los enfermos de Alzheimer, por ejemplo, detiene el proceso de degeneración en los primeros estadios de la enfermedad. Pero el tratamiento farmacológico, subraya Cervós, debe ser paralelo a un diagnóstico precoz, que permita iniciar la terapia tan pronto como aparezcan los primeros síntomas de pérdida de memoria, cambio de personalidad, o trastorno en los juicios. "Siempre antes de que se lleguen a poner los zapatos en la nevera", advierte sonriente el catedrático.

Cervós quiso en su reciente visita a España "romper una lanza" a favor de mantener los actuales presupuestos de sanidad sin recortes, al tiempo que se opone, a que el encarecimiento de la asistencia sea un obstáculo para extender la utilización de medicamentos en capas cada vez más numerosas de población anciana. "A una cierta edad encontramos muy interesante la posibilidad de añadir 10 años más a nuestra vida. Vale la pena gastar algo", señala.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_