Un campeón ambicioso
Abraham Olano sabía que podía ganar el Mundial. Y salió para ganarlo. La noche anterior prometió a Manuel Fernández Ginés, su compañero de habitación y uno de los corredores que más trabajó ayer, que si ganaba el Mundial le pagaría las vacaciones en el lugar del mundo que eligiera. Bien lo puede hacer con el millón de pesetas que le supuso la victoria -750.000 pesetas para Induráin y 250.000 para cada seleccionado- Si algo es el corredor de Anoeta (Guipúzcoa) es ambicioso. Nada le dejó peor sabor de boca que el segundo puesto en la Vuelta detrás de Jalabert. Incluso acabó decepcionado después de la contrarreloj del Mundial en la que quedó segundo detrás de Induráin. Había salido para ganar. A la ambición le suma en igual cantidad una desmedida capacidad de sacrificio.Olano ganó el Mundial porque se cayó en la Volta a Catalunya. Aquella fractura de clavícula le supuso perderse el Tour y una dosis extra de entrenamientos en solitario durante el mes de agosto. Cabezota como es, se le metió en la cabeza mientras recorría una y otra vez los Pirineos ganarlo todo. Ningún objetivo debía escapársele.
Olano se parece físicamente a Induráin, también en su forma de correr, en su especialización en las contrarreloj y en su saber estar en la montaña, y, por si fuera poco, también es hombre de pocas palabras. También esconde las emociones. Toda su lectura del Mundial, dejando aparte los tradicionales "significa mucho ser el primer campeón mundial español", "un momento muy importante para el ciclismo español y para mí mismo", "dedico la victoria a mi mujer, Karmele, que tanto me ha ayudado"... se reduce a circunstancias tácticas. "Cuando ataqué para ganar fue porque antes había arrancado Miguel y aproveché el parón que se produjo en la cabeza", explicó agradecido el guipuzcoano. "Induráin tiene mucho que ver en mi victoria. Gracias a él, que controló detrás, los demás no supieron qué hacer. Yo sólo cumplí con la táctica, que era la de ir lanzando ataques para machacar a los demás. Y me tocó arrancar en el llano, porque si no, subiendo, no puedo".
La victoria de Olano tuvo tintes dramáticos, pero él no sacó las cosas de quicio. "Sufrí calambres subiendo y lo pasé mal cuando veía que Pantani se acercaba. Pero subí de pie y no me molestaron tanto las piernas y, además, sabía que si coronaba con unos segundos, Pantani no me cogía en el descenso". Luego llegó un momento peor, el pinchazo. "Faltaría kilómetro y medio cuando me di cuenta de que había pinchado. Y tuve que llegar así. Con lo cerca que venían todos no me podía parar a cambiar de bicicleta". Induráin sí que cambió de bicicleta cuando pinchó en la penúltima vuelta.
El Mundial de Colombia pasará también a la historia como uno de los más duros. Sólo lo terminaron 20 de los 98 corredores que lo empezaron. Entre ellos, cuatro españoles: Jiménez acabó 13º, a 6m 59s, y Escartín, 14º, a 8m 52s.
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