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FÚTBOL SEGUNDA DIVISIÓN

El equipo cero

El Toledo se ha convertido en algo así como el equipo cero. En cinco partidos no ha recibido ni un gol, ni un mísero gol. 450 minutos lleva Jacinto Villalvilla, su portero, sin hurgar en las redes en busca del balón. Es un dato elocuente. Y elogioso, por qué no. Una buena defensa también puede ser sinónimo de espectáculo. Un mal ataque, no.Y el del Toledo es un mal ataque. Nadie en la categoría, con la excepción del moribundo Osasuna, se lleva tan a patadas con el gol. Los toledanos, invadidos de una enorme pobreza ofensiva sólo han conseguido tres. Y aún así, si la Liga terminara hoy, el Toledo jugaría la promoción. ¿Quién dijo que esta temporada los empates no servían? Lo que no sirve son las derrotas. Las del Lleida, por ejemplo. Ayer le ganó el Hércules. Antonio López, el técnico, encontró la clave el problema: su equipo es un bebé. Eso fue lo que dijo, metiendo a sus jugadores en una incómoda cuna de la que, por lo que se ve, no saben salir. Pese a su edad, pese a llamarse Emilio, Elcacho o Salillas, futbolistas de los de toda la vida.

Gracias a Cruyff' , la Segunda División pudo volver a disfrutar con el que posiblemente sea su jugador más valorado: Iván de la Peña. Ocurrió en Marbella, para goce y solaz de los conciudadanos de Jesús Gil, El Barça B, el intocable líder, ganó, lo que no es noticia, con goles de Toni (dos) y del jefe de la banda, lo que tampoco es noticia.

Sí lo es, en cambio, el papel de los dos debutantes, el Almería y el Écija, que lejos de pasar problemas han comenzado a asomarse a la zona noble de la tabla, donde sigue el Mallorca, pese a cosecha su primera derrota, en Sestao, en campo en el que hubo masiva presencia de guardias iurados. El desfase entre el público que habitualmente acude a Las Llanas y las recaudaciones obtenidas ha hecho que los responsables del club intenten acabar con el tifus de los que disfrutan sin pagar.

La jornada dejó, en fin, dos imágenes para recordar. Una, entrañable; la otra, de fútbol de altos vuelos José María, jugador del Real Madrid B, protagonizó la primera al correr hacia la valla tras conseguir uno de sus goles. Allí le esperaba su madre, destinataria del besazo del triunfante chaval. Otro beso, pero este simbólico, dedicado quizá a los grandes del fútbol, salió de la bota derecha de Sigüenza,delantero del Hércules, que mandó un recado de lujo a Emilio, portero del Lleida. El balón recorrió treinta metros antes de refugiarse en la ansiada red.

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