El Betis pasa con arrogancia
El conjunto bético se reservó tras conseguir el segundo gol
El Betís ya está en el bombo de dieciseisavos. Pasó el trámite con arrogancia, muy abrigado con el resultado que se trajo de Estambul. El partido tuvo la historia que quiso el Betis. Un adversario arrugado, el Fenerbahçe, no daba ni para prologar siquiera una historia emocionante. Carlos Alberto Parreira ha trabajado con mimbres quebrados y enderezarlos para una discusión continental no le fue posible. El Betis ya le pasó por encima a orillas del Bósforo y ayer, en un Villamarín que daba pena por la escueta presencia de aficionados, tuvo tiempo de recrearse hasta desear que el episodio no terminara, al menos en la primera parte.El Betis tenía bastante con lo que vio en Estambul. El equipo turco no entiende de geometría. Su fútbol es rudimentario y tosco en el centro del campo, aunque la conducción desde la defensa resulte algo engañosa: Uche y Hogh tienen algún estilo de futbolistas finos, pero se pierden en la pose sin entregar balones de riesgo. El Betis se aprovechó pronto del desierto táctico del adversario. Tocó y tocó el balón hasta noquear al Fenerbaçe a base de vaivenes. Alexis estaba a gusto. Es uno de esos partidos en los que el canario se mira en el espejo: la condujo con criterio y la soltó siempre al primer toque, un asunto que tiende a atascársele cuando el manijero no anda sobrado de espacios.
El Betis empezó despachándose a gusto jugando de salón. Los turcos ya no estaban en el partido cuando cayó el 1-0, que fue de penalti porque Rustu, su portero, impidió con una zancadilla que Sabas clavara el balón por segunda vez en su portería -ya lo hizo en Estambul- Alfonso le había enviado un centro de lujo al hueco, resultado de un sin fín de anteriores pases cortos. Los verdiblancos estuvieron a un nivel táctico asombroso, quizá más por la delgadez del rival que por la dotación propia.El 2-0, que puso epílogo al tránsito turco por Europa, llegó en una jugada cualquiera. Josemafi agarró un rechace y eligió companero. Cañas entraba con un pasillo larguísimo. Se quitó de encima el balón con un derechazo duro que se tragó Rustu. El gol terminó por arrugar del todo a los turcos. Llegó el fútbol del adorno: Josemari ponía sombreros, Alfonso se recreaba en el quiebro y Alexis mantenía abierto el escaparate. El Fenerbahçe nunca estuvo invitado a la fiesta. Eso sí, le sobró fe, algo insignificante si no hay otras cosas.
La segunda parte se la tomaron los béticos con calma. Serra Ferrer prefirió evitar los roces en la trinchera del Fenerbahçe y ordenó un ritmo sin revoluciones.Al Fenerbahçe le tocó la agria tarea de chocarse contra una de las defensas más metálicas de la Liga española. Parreira no eludió la pelea. Dignificó algo el suceso, pero enseñó las claras que su equipo no tiene ni un ápice de chispa ofensiva. Sólo Aygun protagonizó alguna escaramuza sin importancia.
Lo cierto es que el Betis se quedó tan conforme con el 2-0 que ni siquiera tuvo ganas de regalar a la grada un espectáculo más sobrado. Entró en la historia -porque nunca antes había pasdo la primera eliminatoria de la UEFA- exhibiéndose primero y reservando oxígeno, después, para seguir escribiendo otro capítulo en Oviedo, el domingo.
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