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Castizos y cosmopolitas

Juan José Millás

Se pregunta uno si la escisión entre castizos y cosmopolitas protagonizada por Álvarez del Manzano y Ruiz-Gallardón será el germen de algo equivalente al felipismo y al guerrismo. ¿Se convertirá el alcalde, con el tiempo, en el Guerra del presidente de la Comunidad o viceversa? En realidad, no sabemos muy bien si se puede hablar del casticismo y del cosmopolitismo como dos categorías separadas, porque Aluche, pongamos por caso, siendo un barrio castizo es lo más parecido que tenemos al Bronx. El otro día hubo una ensalada de tiros y un sujeto delgado se desangró en la acera. Fue una muerte cosmopolita, aunque la pistola era muy castiza: pertenecía a un sargento del Ejército de Tierra. Yo hice la mili en Tierra y puedo certificar que aquella atmósfera era más castiza que la de Puerto Hurraco.Fíjense en este titular: "Un trabajador de la limpieza muere sepultado en el vertedero por la basura de un camión". ¿Se trata de un accidente castizo o cosmopolita? No sé, no me imagino a Ruiz-Gallardón expirando de ese modo, aunque tampoco a Álvarez del Manzano, la verdad. Hay sucesos difíciles de catalogar si no te dan más que un par de etiquetas. Y eso es lo que sucede entre el Ayuntamiento y la Comunidad, que se pasan la vida intercambiando etiquetas mientras la realidad asesina a su aire, como los toros. No llevo la cuenta de los muertos ni de los heridos en los encierros últimos de la región, pero donde este suplemento pone el ojo, ahí hay una llaga. Lo que no sabemos es si se trata de una llaga castiza o cosmopolita. Parece castiza, y sin embargo es competencia de Ruiz-Gallardón, el más cosmopolita de su partido si no tuviera esos ramalazos burocráticos: quiere que la gente que va a correr en los encierros se apunte previamente en una lista. Se le olvidó pedir dos pólizas.

De manera que el PP se ha metido en un jardín mientras Madrid respira, como siempre, a su aire. Si entras en un restaurante de barrio a la hora de comer verás las mesas llenas de sujetos castizos que han pasado las vacaciones en Santo Domingo. Saben que aquello era Santo Domingo porque se lo dijeron en la agencia de viajes, aunque en realidad podían. haber estado en Benidorm, porque no salieron de la reserva, es decir, de la playa. Pero tardaron muchas horas en llegar y tuvieron que mostrar el pasaporte en alguna ventanilla, lo que produce una sensación de cosmopolitismo muy agradable en la barriga. Normalmente el castizo quiere ser cosmopolita, mientras que el cosmopolita sueña todo el rato con regresar a sus orígenes.

Alvarez del Manzano, sin embargo, es un castizo que se niega a ser cosmopolita. Colocas a este hombre en la Quinta Avenida y llama más la atención que una tarántula en un plato de nata: esto es lo que decía Chandler de un personaje suyo que al final resultaba muy internacional. Sin embargo, a Alvarez del Manzano le debemos los chirimbolos, que están en todas partes. Ahora mismo te tapan los ojos, te sueltan frente a un chirimbolo y no sabes en qué lugar de Europa estás, de manera que esos trastos son el colmo del cosmopolitismo. Pero es que el cosmopolitismo también puede ser hortera.

De momento, vamos a esperar a ver qué hacen unos y otros cuando empiece el frío y los amaneceres se llenen de mendigos de color azul. El Ayuntamiento ha tenido un arranque muy castizo en este asunto con los bancos antiindigentes de Chamberí, pero a lo mejor rectifica y se pone más mundano a medida que el termómetro baje. Yo estoy deseando averiguar qué piensa Ruiz-Gallardón de los mendigos, que constituyen un patrimonio cultural con el que nadie sabe qué hacer, excepto retórica. A lo mejor, se le ocurre algo, pues para eso le ha montado Villapalos un consejo cultural con dos mil intelectuales o así (hay en Madrid más intelectuales que mendigos). Lo que no sabemos es si le aconsejarán de uno en uno, para que no haga otra cosa, o todos de golpe, para que no se entere. Del modo en el que Ruiz-Gallardón se defienda de sus consejeros, y de las soluciones caloríficas que busque para los indigentes este invierno, podremos deducir si su cosmopolitismo es una piel o una glándula.

Continuará.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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