Agenda
Le doy a la llave del ordenador, y en pantalla, en lugar de la habitual sonrisilla en colores, aparece la Fatal Disfunction: datos incorrectos-error leyendo la unidad C, dice. En momentos como éste es cuando deploro no haber invitado a ver El rey León, en su día, al especialista en informática del periódico. Tómatelo con calma, me digo. Así que me dirijo a la cocina y empiezo a preparar algo: un sofrito complicado, de mucho picar cebollas y similares. Tengo calculado que para olvidar un amor adverso se necesitan 8 cebollas, 2 ajos y una zanahoria, pero mi ignorancia es extrema en cuestión de desaires PC, de forma que, al rato, lo dejo. ¿Se tratará de un virus? ¿Dos virus? ¿Una virusería completa? Calma, me insisto, sólo es martes y 12. Me sirvo un vino mientras estudio el manual para megatorpes de mi querido Forges, pero ni siquiera él me da una pista. Pensemos.Influida tanto por la Visión de Keanau Reeves en Johnny Nmonic -lástima que, entre tanta sandez, aún no hayan inventado el cine palpable- como por la lectura de El mundo de Sofía, miro a mi ordenador llena de comprensión, a la par que de asombro, y trato de averiguar por qué ha llegado al coma. Veamos: ¿qué fue lo último que le hice memorizar?
Un frío sudor empieza a invadirme y, diez minutos después, estoy como Normandía en el 45. Acabo de percatarme de que la última información que metí en mi PC reza más o menos lo que sigue: "Atención: al loro con el calendario electoral, fecha de envío. suplicatorio contra Barrionuevo y fechas nuevas pruebas nucleares francesas, averiguar en qué consisten los presupuestos generales y cuál será la próxima actuación rockera del Papa (huir), preguntarle a ministra de Asuntos Sociales que viene de China por la no aprobación ley aborto".
No somos nadie. Y menos, en Microsoft.
