La tomadura de pelo yugoslava
Sólo puedo sentir vengüenza ante el cobarde comportamiento de nuestros políticos europeos en estos cuatro años de guerra en lo que una vez fue Yugoslavia, durante los cuales nos han estado reiterando una y otra vez la imposibilidad de desplegar los 500.000 hombres que habrían sido necesarios para imponer la paz, que si la orografía y las dificultades del terreno, que si el coste de la operación en vidas y en dinero. Y luego resulta que bastaba con bombardear durante dos días las posiciones serbias. ¿Por qué han tardado cuatro años en cumplir con su deber? Simplemente nos han estado tomando el pelo. Voluntad y coherencia política es lo que ha faltado. Quienes hace sólo 15 días insistían en negociar pacíficamente con los verdugos de tanta gente inocente, aplauden ahora la intervención de la OTAN. ¿Por qué ahora sí y antes no? ¿Se han convencido ya de la naturaleza del nacionalismo serbio? ¿O no saben sino supeditarse al gran hermano americano? ¿Qué cabe esperar de una clase política timorata, trapacera e incapaz de defender, manu militari si es necesario, los principios democráticos y los derechos humanos por los que se rigen nuestras sociedades llamadas civilizadas? ¿Qué han conseguido manteniendo ese nuevo pacifismo biensonante, esa cínica y exquisita neutralidad entre víctimas y liberticidas de la peor calaña, cegados por el irredentismo más sanguinario, despiadado y exclusivo?Sabemos por fin que intervenir quirúrgicamente para neutralizar las posiciones de los agresores era factible y rentable, pero, desgraciadamente, también sabemos cuánto tiempo -cuatro años- necesitan nuestros políticos para reaccionar en tales ocasiones, y cuántos crímenes, cuántas atrocidades, cuántas violaciones, cuánta destrucción, en fin, cuánta injusticia. A condición, claro, de que sean retransmitidos por televisión.
¿Se han dado ustedes cuenta de qué cada vez que ha habido una reacción, por tibia que fuera, de la comunidad internacional ha sido siempre a raíz de unas imágenes de televisión especialmente atroces? ¿Se dan ustedes cuenta de lo lamentable de una clase política europea, ignorante y escasa de recursos, que sólo reacciona emotivamente y jamás por principios?.-
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