El integrismo prende en Libia
Nuevos choques entre policías y militantes islámicos en el oriente de Libia están empujando al régimen revolucionario del coronel Muammar el Gaddafi hacia un conflicto potencialmente explosivo con sectores integristas religiosos y la vasta comunidad de inmigrantes extranjeros, según afirman analistas árabes.Autoridades libias están tratando de minimizar el impacto de varios incidentes violentos la semana pasada, registrados principalmente en los arrabales de la ciudad costera de Bengasi, afirmando que es imposible trazar un paralelo con los desafíos en Egipto, mucho menos con Argelia.
Sin embargo, informes de viajeros procedentes de ese país sugieren que la campaña contra los islamistas se está agudizando y multiplicando los problemas que encara el Gobierno de Trípoli, sometido desde 1988 a un férreo sistema de sanciones internacionales.
En los últimos días, decenas de manifestantes y policías perecieron en choques callejeros en Bengasi, dicen. Según las autoridades libias, esos incidentes no pasaron de un tiroteo entre policías y "una banda de traficantes de drogas". Pero la prensa árabe insiste en que el conflicto va considerablemente más allá de una mera operación policial y denuncia allanamientos y arrestos de numerosos militantes islámicos desde junio pasado.
En medios que siguen de cerca la situación en Libia se afirma que la reciente decisión del coronel Gaddafi de expulsar a trabajadores extranjeros y refugiados palestinos (un paso oficialmente justificado como un imperativo a fin de ampliar las oportunidades de trabajo para ciudadanos libios) refleja temores de que trabajadores egipcios, sudaneses y palestinos estén avivando el movimiento integrista en Libia.
Hace 10 días, Libia comenzó a expulsar a centenares de palestinos hacia la frontera con Egipto en una maniobra originalmente concebida como un desafío para el Gobierno de Yasir Arafat en Gaza y Jericó. Sudán ya está haciendo preparativos para repatriar a millares de trabajadores a los que el Gobierno de Gadaffi ha descrito como "infiltrados" y "agitadores" supuestamente al servicio del Frente Nacional Islámico (FNI) del líder sudanés Hasan al Turabi.
El líder libio dio hace dos semanas la pauta de que se propone decapitar cualquier experimento religioso cuando denunció públicamente a los islamistas como "apóstatas, herejes y traidores".
Una de las versiones sobre el origen de los incidentes de Bengasi señala que la violencia estalló tras un altercado entre dos taxistas, uno miembro de una organización islámica, el otro un policía. El diario palestino Al Quds al Arabi explica que, como el Gobierno no ha pagado sueldos desde hace meses, muchos empleados públicos, incluso policías, trabajan ahora como taxistas. El incidente precipitó combates callejeros cuando agentes armados salieron en defensa del taxista-policía. Según un balance extraoficial, en el tiroteo perecieron 20 militantes y 10 policías. Luego vinieron los allanamientos, arrestos e interrogatorio de más de mil residentes, según afirman esas fuentes.
Citando viajeros procedentes de Libia, el diario saudí Asharq al Aswat, que se publica en Londres, dice que Bengasi -la segunda ciudad del país y tradicionalmente el centro de activismo político- se ha convertido en "un bastión de las corrientes islamistas en Libia". Esas corrientes están supuestamente formadas por ex combatientes voluntarios de la guerra de Afganistan y con fuertes vínculos con los militantes egipcios de la Gamaa al Islamiya y la Yihad Islámica de Egipto.
El diario panárabe Al Hayat que se difunde desde Londres, dijo hace dos días que el número de muertos en los enfrentamientos recientes, bordea el medio centenar. Citando fuentes no identificadas, el diario apunta que militantes egipcios y argelinos se han infiltrado en Libia tras exitosas campañas represivas en sus países.
El ministro del Interior libio, Mohamed Hijazi, en declaraciones a Asharq al Awsat el viernes, desmintió que se hubieran registrado choques en Bengasi. "Libia está libre de integristas", dijo. Pero Hijazi reiteró que el Gobierno se propone eliminar "infiltraciones" de militantes árabes y africanos, un punto sobre el que el propio Gaddafi hizo hincapié hace dos semanas en su discurso con motivo del 26º aniversario de la revolución que le llevó al poder.
En un despacho desde Trípoli Mahmud Maarouf, corresponsal de Al Quds al Arabi en el Magreb, sugiere que el conflicto en Bengasi adquirió ímpetu el miércoles pasado con manifestaciones callejeras de protesta por los insultos de Gaddafi contra los islamistas. Esas manifestaciones, anota, constituyeron el más abierto desafío popular desde que Gaddafi tomó el poder en 1969 y reflejan el grado de confianza y potencia que la oposición islámica está comenzando a saborear en Libia.
Según las fuentes de Maarouf, la policía de Gaddafi ha arrestado a más de 10.000 personas desde los primeros motines de junio. La mitad sigue entre rejas.
La represión actual no deja de invitar a la ironía: al igual que en Egipto, en décadas pasadas Libia alentó los movimientos islámicos a fin de crear un contrapeso a la oposición de la izquierda. Según algunas fuentes diplomáticas árabes, los islamistas han conseguido "convertir" a oficiales del Ejército como parte de sus esfuerzos por promover una rebelión contra Gaddafi.
Veteranos analistas de la escena libia admiten que es difícil establecer la exacta afiliación de los grupos islamistas activos en el país. Si bien existen elementos para creer que son ramas de la Hermandad Musulmana, algunos de esos observadores creen que la lealtad de los militantes libios está dirigida al más oscuro Hizb al Talirir (Partido de Liberación), con infraestructura en varios países musulmanes.
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