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Una tempestad atrapó a los alpinistas

Escartín, Olivar y Ortiz coronaron el K-2 y murieron en el descenso

J. TORRONTEGUI Zaragoza Javier Escartín, de 45 años; Javier Olivar, de 38, y Lorenzo Ortiz, de 26, son los tres alpinistas aragoneses que murieron el pasado día 13 en el K-2, la segunda cima del mundo (8.611 metros), situada en el Karakorum del Himalaya. La identidad de los montañeros fue facilitada ayer por el club Peña Guara, entidad a la que pertenecían dos de ellos. Las mismas informaciones apuntan a que los alpinistas fallecieron en el descenso tras hollar la cumbre.

La causa del trágico accidente no fue, como se informó en un principio, una avalancha de nieve. Parece ser que los montañeros, bastante castigados físicamente por la dureza del ascenso, fueron sorprendidos cuando se encontraban a unos 8.000 metros de altura por unos vientos helados de 150 kilómetros a la hora.

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El temporal impidió que la cordada siguiera progresando en la bajada y buscara refugio con la intención de protegerse del mal tiempo. Sin embargo, la intensidad del vendaval y las bajas temperaturas acabaron con la vida de los alpinistas, que murieron congelados al poco rato. La recuperación de los cuerpos sin vida de los alpinistas parece imposible.

El resto de la expedición que estaba integrada por siete miembros, está en perfecto estado a pesar de las congelaciones que sufrieron en las extremidades Pepe Garcés (de 38 años) y Lorenzo Ortas (de 41), los compañeros de apoyo que estuvieron aguardando, en un campo inferior situado por encima de los 7.000 metros, el regreso de la cordada de ataque que coronó el K2.

La evacuación

El Gobierno Civil de Huesca informó de que las congelaciones de Garcés y Ortas no revisten gravedad. La inmediata atención médica que les dispensó el doctor-alpinista del grupo, Manuel Avellanas (de 42 años), que no se ha separado de sus compañeros en ningún instante, ha sido determinante para que las zonas de las extremidades afectadas no se infectaran.Garcés y Ortas, exhaustos, pudieron ser evacuados ayer a Skardu, centro neurálgico de las expediciones al Karakorum, por los servicios de rescate del ejército paquistaní. Dos helicópteros colaboraron en el rescate.

Manuel Ansón (de 31 años), el séptimo integrante de la expedición, regresa a pie desde el campo base del K-2, situado a 5.000 metros de altura sobre el glaciar Goldwin Austin. Ansón se ha hecho cargo de todo el material del grupo y su correspondiente transporte a Sakrdu.

Tanto las autoridades españolas en Pakistán como las locales han agilizado la evacuación a España de los alpinistas supervivientes, que tienen prevista la llegada a Zaragoza mañana o el próximo martes.

En Skardu, Garcés y Ortas declararon que pudieron ver, durante su angustioso descenso, el cuerpo sin vida de la alpinista escocesa Alison Hargreaves, también fallecida junto a otros tres montañeros extranjeros el mismo día y en la misma zona que los españoles.

La identificación de la escocesa pudo ser efectuada gracias al equipo y la ropa que llevaba. Los alpinistas aragoneses vieron el cadáver el pasado día 14 cerca del campo número tres, a unos 7.200 metros de altitud. De acuerdo con las primeras hipótesis, la muerte de la montañera escocesa se produjo a causa de una caída desde algún punto entre el campo cuatro (8.000 metros) y la cumbre.

Los montañeros españoles fallecidos eran considerados alpinistas de alta dificultad. Escartín, el más veterano, fue jefe de la expedición aragonesa que coronó el Everest (8.846 metros) en 1991. Ortiz pertenecía a la nueva generación de alpinistas españoles con mayor proyección. En 1993 consiguió el piolet de oro que otorga la Federación Española de Montañismo. Olivar era desde hace 13 años guarda del refugio de Góriz, situado en el valle de Ordesa (Huesca) y, punto de partida a la ascensión al Monte Perdido. El K-2, era su primer ocho mil.

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