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Reportaje:CHAVALES EN EL ASFALTO

"¿Qué hacemos con los niños?"

Algunos lugares que ofrece la ciudad en agosto para los pequeños vecinos desocupados por el estío

Lejos quedan ya los tiempos en los que el mes de agosto era sinónimo de mes entero en la playa.. Qué cómodo era entonces, para los padres, el hecho de llegar al punto de destino y soltar a los críos durante 30 días, dejándoles triscar a su antojo en la playa. El imperativo económico obliga ahora a las familias madrileñas a pasar de 10 a 15 días fuera de Madrid, con lo que la capital -ya difícil para la gente menuda- resulta durante estas fechas un hervidero incandescente, repleto de chavales deseando hacer algo; y, la verdad, tampoco s que haya demasiado quehacer.Tiburones en el zoo. Uno de los clásicos para todos los públicos, el Zoo de la Casa de Campo, ha añadido este año un nuevo espacio destinado a hacer las delicias de los canis: el acuario, con una extensa variedad de especies acuáticas. Unas excelentes instalaciones permiten a la chavalería seguir las voluciones de las almejas gigantes, las holoturias tricolores, las morenas de aspecto inquietante y, sobre todo, los tiburones. La exposición de escualos es la que más visitantes atrae. Entre ellos, Ainhoa, de cinco años, está a punto de echarse a llorar cuando la amenazante fila de dientes de un caracharinus plumbeus o tiburón, gris, pasa junto a ella. No la tranquilizan ni el espesor de los muros de la pared del acuario, ni las palabras de su padre, Ramón, quien afirma: "Lleva por lo menos una semana dándome el coñazo con los tiburones y ahora le dan miedo". Julio, de nueve años y hermano de Ainhoa, muestra más valor que su hermana y desafia, desde el otro lado del cristal, a la riera marina como si de un toro se tratase. Según Amparo Fernández, responsable de las relaciones públicas del zoo, Ias actividades habituales del parque se refuerzan en verano, porque el número de visitantes no desciende. Todo lo contrario, ya que hay un porcentaje alto de visitantes de fuera de Madrid, que, o bien veranean aquí, o bien están en tránsito, camino de algún otro punto vacacional. En julio hemos tenido un incremento de público del 80%". Es el caso de Adrián y Ana, de Vigo, que contemplan la evolución de las focas acompañados de sus padres. Adrián, de ocho años, explica muy serio: "Lo que más me gusta son los felinos y de mayor quiero ser paleontólogo". Los únicos que parecen no darse cuenta de que es verano son los animales, que siguen realizando las tareas de su condición ante la atenta mirada de los visitantes. David, Juan.Carlos e Iñaki, de 11 años, se desternillan de la risa contemplando a un simio erecto -en el más amplío sentido de la palabra- Juan Carlos, todo un experto en fauna, apunta: "Pues no veas los elefantes...".

Zoo de la Casa de Campo. De 10.00 a 21.30. Precios: 1.160 pesetas los niños menores de siete años, y 1.440 los mayores de siete y adultos. También hay bonos familiares de 7.500 pesetas, con los que se puede ir todas las veces que se quiera. Metro Batán. Autobús 33 (sale de Atocha).

Estrellas diurnas. Los padres que por fin querían aprovechar el verano para acercar a sus angelitos al arte y la ciencia no pueden contar con el apoyo de algunos centros. El Museo Interactivo de la Ciencia (Alcobendas) cerró sus puertas el 1 de agosto, el Reina Sofía y el Museo Thyssen-Bornemisza han suspendido sus cursos y visitas especiales para niños hasta septiembre. Queda el Planetario, por ejemplo. En cuatro sesiones diarias se proyecta el cielo nocturno en la cúpula de la sala redonda, con sillones inclinados y extraordi,nariamente cómo os. Las leyendas del espacio-tiempo parten de un pequeño puerto con barcas, cruceros de lujo y gaviotas. Luego empieza el viaje por lo mil milenios, las gala xias, distancias y velocidades que superan cualquier imaginación. ¿O acaso se puede comprender que el Sol se mueve a 230 kilómetros por segundo? Los chavales aplican su propia vista selectiva. Víctor, de nueve años, es de Almería. Pasa una semana con sus padres en Madrid y se ha quedado con la duda: "Me pregunto si es cierto que algunas estrellas en realidad son dos". Su hermano Alejandro, de siete, está convencido de que después de la visita al Planetario saldrá muy científico. Irene, de cuatro años, ha aprovechado la función de 45 minutos para una pequeña siesta. "Al principio estaba fascinada. Le parecía como si subiéramos", asegura su padre. A los menores de 10 años, Antonio Alonso, el portavoz del Planetario, recomienda la sesión Mil y una estrellas: "Es más asequible. Dos personajes, un abuelo y su nieta, relatan una historia imaginaría, entretejiéndola con fenómenos celestes". El Planetario ofrece otra película en la antesala, de 10 minutos, concentrada en la Tierra, el tercer planeta, donde se explica la interacción entre clima, geología, desarrollo industrial, flora y fauna.

Planetario. Parque Tierno Galván, metro Méndez Alvaro. De 11.00 a 13.45 y de 17.00 a 19.45; sesiones: 11.30 (Mil y una estrellas), 12.45, 17.30, 18.45 (Leyendas del espacio-tiempo); sábados, domingos y festivos, 12.45 y 18.45 (Mil y una estrellas), 400 pesetas; niños y jubilados, 200.

Columpios y toboganes. Sin duda, la alternativa más barata para que a los chicos les dé el aire, jueguen y, de paso, dejen un poco tranquilos a sus progenitores. Tienen la enorme ventaja de que siempre hay uno cerca de casa y de que suelen contar, además, con aditamentos propios de los más jóvenes: bien parques infantiles, bien porterías de fútbol o canastas de baloncesto. Fuentes del Ayuntamiento no han sabido precisar con exactitud con cuántos cuenta la ciudad, aunque se calcula que hay entre 300 y 400 en total. La Casa de Campo, con 30, y el parque del Retiro, con 10 o 15, son las zonas más pobladas a este respecto. En uno de ellos, el de Berlín, los niños suelen aguantar hasta casi las diez de la noche practicando sus deportes favoritos, los más mayores, o lanzándose por toboganes y trepando por los laberintos, los más pequeños,. mientras sus papás, cómodamente instalados en los bares con terraza a la sombra les lanzan de vez en cuando una miradita, entre trago y trago de refresco. Leandro y Miguel, dos hermanos, se esfuerzan en emular los vuelos de Michael Jordan, mientras el sol, que ha estado descargando de forma salvaje durante todo el día, corre a esconderse entre los edificios de la metrópolis. Leandro, de 13 años, cuenta: "Yo ya he estado en la playa en el mes de julio... En agosto suelo ir a la piscina o bien aquí. Nuestra madre nos deja que estemos aquí todo el tiempo que queremos, porque vivimos , aquí al lado y ella puede venir de vez en cuando a echarnos un vistazo". Miguel, de 11, prefiere "el fútbol, porque soy más pequeño y no llego a la canasta... Venimos por la tarde, porque antes hace mucho calor". José y Rosa son los padres de Amanda, una pizca de cuatro años, que se afana en caer al suelo y levantarse un montón de veces, tragando mientras tanto toda la tierra posible. Rosa se tiene que levantar de vez en cuando para incorporarla y mitigar sus llantos, cada vez que un arañazo nuevo viene a sumarse a los que adornan su pantorrilla desnuda. José cuenta: "No hay manera de cansar a la niña. En casa está todo el día de acá para allá, aburrida. Así que en cuanto baja el calor, nos venimos aquí hasta que a ella le entra el sueño... Ya nos hemos hecho amigos de los padres de todos los pequeños del barrio". Hay otro lugar mixto: diversión para padres, en forma de terraza al uso, y para los niños, en una zona infantil vigilada por monitores. Es la terraza del aeródromo de Cuatro Vientos (Partylandia). (Véase EL PAÍS del 30 de julio).

Partylandia. Carretera de La Fortuna s/n. Bus 437. Horario: de 19.00 a 2.00. Fines de semana, de 12.00 a 3.00

La modernidad de las áreas de ocio. Una innovación en el campo del entretenimiento para los más pequeños lo constituyen las denominadas áreas de ocio infantil. El invento es irlandés y consiste en zonas almohadilladas, con diferentes alturas y niveles, que, mediante el juego dirigido por los propios chavales, posibilitan el desarrollo motor de los infantes.

Dicho de otra manera, pueden subir, bajar, trepar, descolgarse con lianas, etcétera, sin ningún tipo de riesgo. Gorongoro funciona como tal área y está dividida en dos zonas: una para menores de cuatro años, que deben estar acompañados por sus papás, y otra, costruida a modo de jungla infantil, para niños de cuatro a siete. Por el módico precio de 350 pesetas, los mayores, y 250, los pequeños, por cada media hora de juego, los peques se dan literalmente contra las paredes acolchadas hasta agotarse. Una vez pasada la primera media hora se va cobrando exactamente según el tiempo que se pasa en el parque. La actividad está controlada por monitores que, a diferencia de los de las guarderías, no dirigen los juegos. El único requi5ito que se exige es que los niños vengan con calcetines, por razones de higiene.

Gorongoro. Avda. Felipe lI, 34, junto al Palacio de los Deportes. Metro Goya. Precios: la media hora inicial: 250, los menores de cuatro, y 350 los de cuatro a siete. A partir de ahí se paga de forma proporcional al tiempo que se utiliza. También hay fiestas de cumpleaños, al precio de 1.800 pesetas por cada niño.

El cuento sin fin. Las psicólogas Eva Elvira y Raquel Mora, junto al animador infantil Benito Rodríguez, forman un grupo cuyos objetivos se centran en dar a los niños una serie de cauces lúdicos en los que desarrollar las capacidades creativas de cada uno. El grupo El Jardín se completa con la colaboración de artistas de diferentes campos de la creación alternativa -cuentacuentos, escritores, actores,...- y todo esto se plasma en la creación de un taller creativo para niños que ayer

sábado iniciaba sus actividades en un céntrico piso de la capital. Utilizando el cuento como vehículo, los asistentes tienen la oportunidad de ir creando las aventuras di! un personaje mítico e imaginario, el rey Ogum, mediante disfraces, música, representación teatral, creación plásticas disciplinas. Para Raquel, "la cuestión es fomentar la creatividad y la interacción entre los niños, de un modo en el que se aprende jugando. Para ello, formamos grupos de entre 7 y 15 niños, subdivididos a su vez en dos grupos de edades: uno que va de los dos a los seis años y otro, de siete a doce. Nuestra intención es conectar la fantasía". El taller creativo infantil que se realiza este agosto está pensado corno tarjeta de presentación, ya que la verdadera labor comenzará de modo más serio en septiembre. Pero todos aquellos padres que permanezcan en Madrid tienen la posibilidad de ofrecer a sus pequeños una actividad pedagógica y en la que cada sesión es individual, con lo que no es necesario asistir durante todo el mes.Taller Viajando con el rey Ogum. Atocha, 95, 1º. Metro Antón Martín. Horario: martes, jueves y sábados, de 10 a 14.00 y de 16.00 a 20.00. Grupos abiertos y variables. Precio: 1.000 pesetas medio día y 1.500 sesión completa.

Títeres y palomitas. Para ir a Titirilandia, festival de títeres en el Retiro, se pueden seguir dos recomendaciones: llevar un buen cojín y llegar con anticipación. Un cuarto de hora antes de la función ya no queda sitio en el pequeño anfiteatro de cuatro escalones y los niños se hacinan entre el polvo, delante del escenario de tela azul. Abuelas, tías y padres reparten agua, bocadillos, palomitas y animales de peluche para entretener a los críos. Cuando aparecen los Reyes Magos con los regalos para María y Joaquín en el escenario ya no se distraen. Ha empezado la odisea del soldadito de plomo, el regalo de Navidad de Joaquín. Tras caer por la ventana, el soldadito vive multitud de aventuras. De milagro, y sólo gracias a la ayuda del público, vuelve al final a su casa y participa en el baile nocturno de los juguetes. Los tres y cuatroañeros no sufren con los duros asientos de cemento. Se ponen de pie, saltan y gritan: "¡Sí!" o "¡No!", "¡Detrás!" o "¡Delante¡", según convenga a los intereses del soldadito, al que salvan la vida gracias a la canción de Pinocho. Cuando termina la función los chicos aplauden debidamente y enseguida arrastran a sus familias al parque infantil, ubicado a pocos metros de los títeres. Los niños mayores pueden darse una vuelta por la exposición en la Casa de Vacas. Ahí se ven marionetas de España y Francia, marotes (marionetas de varillas, manejadas desde abajo) de hasta 1,40 metros, marionetas indias talladas en madera y títeres sagrados de la isla de Java, de piel de búfalo pintado.

Titirilandia 95. Parque del Retiro, paseo de México, metro Retiro. Jueves, 19.30; viernes a domingo, 19.30 y 22.30. Hasta el 10 de septiembre. Repertorio variable, entrada gratuita.

Exposición de títeres. Casa de Vacas, parque del Retiro, hasta el 27 de agosto. De 19.00 a 23.00. Entrada gratuita.

Emociones mecánicas. Cuando los niños ya no miran al juguete preferido, no que da ningún amiguete en el barrio y el ambiente en casa se vuelve tenso, una visita al Parque de tracciones siempre puede salvar la arde. En la zona infantil del parque e repiten las atracciones para los mayores en minúsculo. La montaña rusa Siete Picos se llama Mini Siete Picos; la barca que baja hacia el agua por un tobogán, Mini Flume Ride, y los coches de choque, Mini Jarama. Con el calco Supernapy infantil (925 pesetas), que vale para todas las atracciones, los niños disfrutan al máximo. Héctor, de nueve años, y su primo Miguel Ángel, de 13, acaban de bajar del Tren Elevado Infantil, una atracción poco, acelerada. "Nos gusta. Parece que flotas, porque no se ven las vías", dice Héctor. Pero disfrutan más con la gran montaña rusa, con Looping, donde aseguran haberse subido. Efectivamente, los atracciones para los más grandes también son solicitados por los chicos. Pero al Looping sólo se atreven los más valientes. Un chico de 13 años, que se acerca con pasos decididos a aquella atracción, se detiene. "Estoy viendo la seguridad", explica con cara seria, "parece que sólo tiene una barra. No creo que vaya a subir". A las 23.00, todavía hay muchos niños. La única diferencia, en comparación con las 20.00, son las caras desfallecidas y las huellas de lágrimas que parecen inevitables en una tarde tan excitante.

Parque de Atracciones. Casa de Campo, metro Batán. De 18.00 a 1.oo ; fines de semana, hasta las 3.00. Calco 'Supernapy' (todas las atracciones), 1.550; niños menores de siete años, 925; sólo entrada recinto, 450 pesetas.

Sueños de celuloide. En la ciudad recalentada siempre queda el oasis oscuro de una sala sólo templada por las emociones de los pequeños. Los éxitos de esta temporada son Power Rangers y Casper. Ni qué decir tiene que tras la visión de la primera cinta salen los críos emulando a sus héroes. Eso sí, salen de la sesión de las seis o las siete -ahora la función infantil no es la primera- Y por la noche, a corretear con el bocata por el recinto del cine de verano hasta el 3 de septiembre, que en su pantalla pequeña ofrece películas infantiles -aunque no todas; hay que consultar la cartelera

Cine de verano. Parque de la Bombilla, junto a la iglesia de San Antonio de la Florida; metro Príncipe Pío. A las 22.15. Adultos, 450 pesetas; niños menores de siete años, gratis.

Aguas turbulentas. Para enfrentarse a olas respetables, deslizarse por un tobogán mojado y practicar otras peripecias propias de los críos-sirenas (ésos que en las piscinas no salen del agua ni con calzador), hay un parque acuático en pleno casco urbano.

Aquapalace. Paseo de la Ermita del Santo, 48; metro Puerta del Ángel. De 11.00 a 19.00, todos los días. De lunes a viernes, 975 pesetas todo el día; 700, cuatro horas. Sábados, domingos y festivos, adultos, 1.375 pesetas, y niños, 875.

Juegos de guerra. Los juguetes bélicos no han desaparecido del panorama infantil, y también están presentes en el ocio comercial. Además, la empresa que organiza un juego de este tipo ha ido a elegir el lugar que sirve últimamente para la cita de grupos violentos de cabezas rapadas: la plaza de los Cubos (Princesa). Se trata de un sistema de láser desarrollado por los ingleses. El juego, sustitutivo galáctico de los indios y vaqueros, consiste en disparar con una pistola láser a una serie de enemigos, en dos modalidades: todos contra todos o por equipos. Cada jugador lleva un chaleco con sensores luminosos y una pistola.El escenario de la batalla es un laberinto con recovecos, pasillos, ventanas... todo él iluminado con luz negra (los colores blancos refulgen). El juego dura 15 minutos y permite que los papás -aquellos que no tengan una posición crítica hacia el juguete bélico- jueguen con sus hijos. Está pensado para niños más bien mayores. Pero Silvia García, gerente, explica: "Aquí ha habido jugadores de cuatro años a los que tenías casi que sostener el chaleco y ayudarles a apuntar". Al final de la partida, se entrega a cada jugador una tarjeta que refleja los muertos obtenidos. Y, entre los más francotiradores más experimentados, se hacen ligas con un viaje como premio.

Lasercity. Plaza de los Cubos. Metro Plaza de España. De lunes a jueves, de 12.00 a 15.00 y de 17.00 a 1.00 . Viernes y sábados, mismo horario por la mañana y, por la tarde, de 17.00 a 4.00. Domingos, mismo horario matinal y de 17.00 a 2.00. Sesiones matinales a 400 pesetas. Tardes, 700, y juego especial de media hora, 22.00 a 22.30. Precio: 1.000 pesetas. Hay también carné de socios, con el cual las partidas cuestan la mitad.

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