El curioso turismo rural
Se atribuye a Henry Kissinger la afirmación de que el comunismo gozaba de gran predicamento allí donde no gobernaba; por la misa razón que la vida campestre disfruta hoy de renovado pedigrí, precisamente, en el centro de los andes núcleos urbanos; si no, no habría explicación racional para una de las pestes de fin de siglo: el turismo rural.Esta novedosa práctica ha supuesto un reforzamiento inusitado de las sociedades más cerriles de la España interior; de la vergüenza de ser aldeano se ha pasado a la pasión por el terruño, nada malo si se quedase en el corazón de los hombres, pero socialmente trágico para los que deseamos cambiar un mundo que obliga a nuestras abuelas al luto. riguroso, donde la simbología más paleta es sacada en procesión y el cacique mantiene su poder incrementando ahora su fortuna con el dinero que pagan os urbanos para fomentar el susodicho turismo rural.Esta España interior que humilla a sus hijas por el hecho de ser, mujeres, que impide a las viudas volver a disfrutar, cuyos machos alardean de frecuentar prostíbulos, donde los derechos humanos se interpretan según el criterio del hombre de la sotana, el maestro o el alcalde; esta España sigue retrocediendo en la medida que llega dinero, a condición de seguir llevando boina. Lo estaba consiguiendo: tenía a mi madre convencida de que saliese del pueblo, creo que podría ser casi feliz; pero un día maldito llegó un repelente funcionario engominado y le dijo, con el dinero por delante, que vivía en un paraíso, que cavar viñas es macanudo y los tontos son los que viven en el asfalto; la han convencido, morirá en el pueblo-
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