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Si Induráin para todos paran

Las leyes no escritas del pelotón sirven también para determinar el orden jerárquico. Lo han visto cada día todos los directores en el Tour: cuando Induráin se para a orinar, buena parte del pelotón se detiene a orinar. Un hecho tan anecdótico como éste no sucede todos los días. Sólo cuando en la carrera hay un jefe.Hace algunos días, Induráin puso pie en tierra para hacer sus necesidades. Cerca de él, medio centenar de hombres se aplicaron a satisfacer la misma función. Pero, no se sabe muy bien por qué, la parada coincidió con un ataque del francés Bruno Cornillet, farolillo del Tour por más señas. La reacción del pelotón fue virulenta, iniciada por buena parte de los ciclistas italianos, muy respetuosos con la cultura del acuerdo tácito. Los italianos no permitieron que Induráin se movilizase, ni que pusiese a alguno de sus hombres a la tarea: ellos mismos se encargaron de buscar a Cornillet, decirle lo que le tenían que decir, y reintegrarle al pelotón.

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"Induráin está hecho de una pasta muy especial. De lo contrario no se entendería lo que ha sido capaz de hacer". Lo dice su médico personal, Sabino Padilla. Meticuloso hasta el límite, capaz de soportar más sacrificios que el más esforzado de sus gregarios, generoso. "Induráin está lleno de detalles para quienes le rodean. Eso sólo lo sabemos nosotros. Por eso es tan importante preservarle de los dernás". Induráin les dijo a sus muchachos en la concentración invernal: "Me tenéis a vuestra disposición hasta el mes de julio". La victoria de Montoya en el campeonato de España, como la de Aparicio en la Clásica de los Alpes se debieron al trabajo de Induráin en labores de gregario. "Tiene una ventaja sobre otros jefes de fila: antes de ser número uno ha trabajado para los demás".

Nunca comete dos veces el mismo error, una máxima entre los grandes campeones del deporte. Induráin es el único corredor que dispone de un espacio vital en el pelotón. Es fácil observarlo: nadie le mete el manillar, nadie le impide el paso cuando necesita trasladarse de un sitio a otro. Ese respeto no se explica sólo por su corpulencia. Es el jefe. Y el pelotón ha actuado así desde el principio de los tiempos cuando entendía que había un dominador. No se ha visto nada parecido desde Hinault.

Sus corredores están educados para transmitirle información cuando observan algún detalle. Por eso sabía que Rominger y Berzin no podrían reaccionar adecuadamente a un ataque en Lieja. Por eso puso a prueba a Zulle en la subida a Mende (17 segundos). Sus rivales reconocen que dirige su equipo como si fuera una orquesta: siempre está protegido hasta donde lo necesita, va administrando sus energías escalonadamente. Y lo dicen todos, desde el propio Rominger: "Cómo se puede decir que no tiene equipo. Lo que pasa es que cuando conectan las cámaras, sus hombres ya han hecho su trabajo. Y eso no se ha visto por televisión, pero lo hemos observado nosotros".

Su autoridad no tiene contestación. En la subida a Cauterets se escapó Riis y Zulle permaneció a rueda de Induráin. Fue entonces cuando Induráin se dirigió al suizo por primera vez: "Tu estás más interesado que yo en seguir a Riis, así que ponte delánte". Zulle, respetuoso, avanzó hasta ponerse en cabeza de la persecución. Fue la primera vez que se ha visto a Induráin seguir la rueda de Zulle. No fue una orden. Fue un comentario. Así dirige Induráin, por gestos, por detalles. Nunca una mala palabra.

Pero la personalidad de Induráin sigue siendo un enigma para quienes no están dentro de la carrera. Es un caso digno de estudio. Un entorno muy reducido pero tremendamente fiel le protege del mundo exterior. Induráin sólo habla con claridad ante gente de su confianza. Ese obstáculo establece una diferencia radical entre lo que parece ser Induráin ante los micrófonos (un hombre parco) y lo que es ante sus rivales o sus propios gregarios. Hay quien dice que Induráin sólo habla en la carretera. Desde luego, allí es el jefe y se comporta como un jefe. Y eso no lo discute nadie.

El decálogo

1. Nunca ha dado un grito a uno de sus gregarios.

2. Tiene un equipo tremendamente fiel puesto a su exclusivo servicio.

3. Dirige la carrera desde que toma la salida. Él es quien ordena los relevos de sus propios hombres.

4. Conoce perfectamente el estado de la clasificación y los detalles de cada etapa. Estudia cuidadosamente a todos sus rivales.

5. Recicla toda la información que recibe. Sus directores sólo le dan datos precisos, nunca gritos de ánimo.

6. Nunca se pone nervioso en carrera. Es frío y calculador. Busca permitir escapadas que le quiten trabajo a sus gregarios.

7. Su máxima es: el buen líder no es el que más manda, sino el que mejor dirige.

8. Sólo ataca cuando tiene toda la información disponible. Per eso no falla nunca. Actúa con previsión. Le gusta adelantarse a los acontecimientos.

9. Limita al máximo cualquier riesgo. Eso le exige una concentración en carrera que no es capaz de resistir ninguno de sus rivales.

10. No es un dictador. No es egoísta. Deja vivir a los demás. Es generoso con sus compañeros y sus rivales.

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