"En el Tour estoy como en mí jardín"

"En este Tour he estado siempre tranquilo, no he dudado en ningún momento. En eso he mejorado. Otros años no estaba tan seguro de mis cálculos en cuanto al esfuerzo que podía hacer o cómo aguantaría las distancias. Pero con los años, que me han hecho perder quizás algo de explosividad, he ganado experiencia y se me ha agudizado el sentido de la observación. Y luego, no me disperso, cuando ataco, ataco de verdad", dice Induráin. El navarro, de 31 años, acaba de ganar su quinto Tour, en el que ha mostrado que ha llegado a su apogeo en la ciencia de la carrera, en la ciencia del Tour. Y de alguna manera lo reconoce.No ha cambiado mucho, sólo ha sido un perfeccionamiento. Su visión genérica sigue siendo la defensiva. "Mi deber es coger el liderato y, después, controlar la situación. Defender el maíllot, lograr que el equipo se involucre y funcione a la perfección y no exponerme a riesgos inútiles. Mantenerme con los mejores sin buscar impresionarlos". La imagen pública es una asignatura que no existe en los estudios de Induráin. Nada de cara a la galería. "La imagen que uno dé no significa nada y yo no intento inventármela, porque, entre otras cosas, yo no me puedo ver desde fuera".

El trabajo y el esfuerzo son las dos palabras a las que más acude Induráin para explicar su vida como ciclista, su profesión. "Creo que eso me viene un poco de mi entorno familiar. Mi padre es agricultor. Me gusta la filosofía de la gente que trabaja la tierra. El que siembra, cosecha, y todo eso, pero siempre trabajando".

Induráin no es tímido cuando habla de lo que conoce. Tampoco es tímido en carrera. Simplemente es tranquilo. "A veces me digo que debería ser más nervioso en carrera, tener más tensión, pero luego veo que es mejor tener tiempo para pensar las cosas dos veces. Y en el Tour ya estoy como en mi jardín. Soy un corredor completo adaptado al ciclismo moderno. Tengo mi carácter. Marco la carrera a mi manera.