Los empleados del Vaticano no podrán divorciarse, pero si afiliarse, a partidos

Los nuevos aspirantes a trabajar como empleados en las oficinas de la Santa Sede y los distintos servicios de la ciudad del Vaticano deberán firmar, a partir del próximo 1 de octubre, una declaración por la que se comprometen "a aceptar y respetar el magisterio de la Iglesia acerca de la doctrina de la moral católica", lo que les excluye de prácticas como el divorcio o el aborto. De la nueva reglamentación desaparece, en cambio, la prohibición recogida en la precedente, de 1969, de afiliarse a un partido político. La Asociación de empleados, que intenta representar sindicalmente al sector laico de los 1.300 trabajadores a sueldo que tiene el Vaticano, teme incluso que la' nueva norma pueda ser aplicada con efectos retroactivos a los ya divorciados por las leyes del Estado italiano, y destaca que, aunque la obligación de respeto a la moral católica ha existido siempre para sus representados, el hecho de firmar una declaración parece abrir la puerta a eventuales despidos. El nuevo reglamento, integrado por 95 artículos, prevé, en efecto, el despido como sanción de las infracciones más graves.Pero a la asociación le preocupa especialmente que la prohibición de entrar en "asociaciones incompatibles con los objetivos de la Iglesia", que parece una clara advertencia contra cualquier afinidad con la masonería, pueda ser utilizada también para cerrar definitivamente el paso de la representatividad sindical que ella misma pretende.

El cardenal José Castillo Lara, gobernador del Estado de la Ciudad del Vaticano, sostiene que las nuevas normas "no son represivas, porque tienen la función altamente pedagógica no de reprimir, sino de que la libertad se ejerza del modo adecuado". Los empleados del Vaticano tienen que comunicar a su patrono cualquier cambio de estado civil y presentar el correspondiente certificado eclesiástico en caso de matrimonio.