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Una dominicana denuncia que varios 'rapados' amedrentaron a su niña

Jennifer, de tres años, lleva semanas preocupada por su color de piel. Su angustia proviene de algo que ocurrió hace 15 días junto a un supermercado próximo a su domicilio de Móstoles (199.000 habitantes). Su madre, una dominicana nacionalizada española, comunicó a los servicios sociales de Navalcarnero, donde trabaja, que varios rapados amedrentaron a la niña por ser negra, la insultaron, la alzaron en volandas y rompieron una muñeca que llevaba.

María Altagracia González, de 37 años, lleva dos déca das de su vida en Madrid y hace seis años obtuvo la na cionalidad española. En trámites de separación conyugal, trabaja como empleada doméstica en Navalcarnero (11.000 habitantes), localidad en la que residió y donde su hija Jennifer acude a una escuela infantil pública. Hace dos semanas, al llegar del trabajo hacia las cinco de la tarde, acudió con su pequeña, una niña revoltosa, dicharachera y espabilada, a hacer la compra en un supermercado de la colonia Alcalá, próximo a su domicilio."Al entrar vi a un grupo de unos siete chavales bebiendo litronas, con los cráneos pelados, botas militares y correajes. Comentaban algo de 'mira esa negra' al pasar nosotras, pero no le di importancia", explica esta mujer que., después de tantos años de estancia en España, asegura distinguir bien a. las tribus urbanas. "Yo estaba dentro, y la cría, que es una revoltosa, salió a la calle sin que me diese cuenta, y mientras compraba oía que otra vez gritaban algo de negra y pensé que estaban ya borrachos", añade.

"Pero de repente la niña entró al comercio llorando y diciéndome que le querían pegar y que le habían destrozado la muñequita que llevaba", apostilla. "Cuando salí a la calle, los chavales se iban corriendo; yo les increpé, porque me parece indignante que se metan con una niña, y me contestaron: 'Sí, a tí también te vamos a dar, negra, muerta de hambre, porque vamos a limpiar toda la mierda, que esto está lleno de mierda", concluye.

La niña relató a su madre que la habían cogido en volandas. Ella no entendía por qué. Altagracia asegura que para quitarle el susto le dijo que le habían aupado "porque esos chicos no tienen niños y no saben cómo tratarlos".

Morena, no negra

Desde entonces, la pequeña, muy despierta para su edad, no hace más que recalcar que ella no es negra sino morena, y le insiste a su padre, con el que está los fines de semana, en que no se corte mucho el pelo. La madre relató lo ocurrido a los responsables de los servicios sociales de Navalcarnero, que están ayudándola en sus problemas económicos y gestionan la escuela infantil de la pequeña Jennifer.

Las personas que se encontraban ayer en el citado supermercado no recordaban ninguna agresión de rapados a una pequeña. Una empleada de esta tienda explicó que hace dos semanas unos críos "no rapados, sino chavales de unos doce años, patearon la muñeca de una niña negra".

"Yo pensé que estaban abusando precisamente por ser una niña inmigrante, y cuando salí a reprenderles me comentaron que no habían sido ellos, sino otros chicos", añade. "La pequeña lloraba y llevaba la muñeca rota, pero había mucho trabajo y tampoco puedo asegurar si lo que ocurrió fue tan grave" apostilla. Otra trabajadora de este establecimiento que también pudo observar lo sucedido ha dejado de trabajar hace 15 días, por lo que no fue localizada.

María Altagracia asegura que otra persona que presenció los hechos se mantuvo pasiva. Le parece mal. Pero también lo entiende. "Hay mucho temor, yo también lo tengo, y no sé si sería capaz de salir en defensa de alguien frente a gente tan violenta", asegura..

Nunca había sufrido actitudes racistas o xenófobas hasta este año, a pesar de llevar dos decenios trabajando de interna y externa en el servicio doméstico y viviendo en Madrid. "Pero hace dos meses, otros gamberros, en los pasillos del metro de Cuatro Caminos, me empezaron a decir: 'A esta negra hija de puta vamos a levantarle el jersey para verle el culo". Entonces la presencia de dos guardas jurados asustó a los vándalos.

"Hace días, no nos dejaron entrar a un bar por nuestro color" añade. "Siempre he pensado que en España no había racismo, he tenido amigos y algún novio de aquí, pero algo ha cambiado, ahora siento miedo".

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