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La "tribu" acampó en Argüelles

Cuatro personas, agredidas por 'cabezas rapadas' en el fin de semana

Elsa Fernández-Santos

El barrio de Argüelles se ha convertido este fin de semana en el territorio más peligroso de las llamadas tribus urbanas. Tres grupos -según los primeros indicios, formados por cabezas rapadas- agredieron el viernes por la tarde, el sábado de madrugada y el domingo por la noche a un total de cuatro personas. En el suelo quedaron Óscar Cuéllar Rodríguez, de 17 años, con una brecha de 14 puntos en la cabeza; Natalio Serrano González, de 16 años, con un navajazo en la zona lumbar que le mantiene en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Clínico; José Luis Pérez de Rueda, de 54 años, molido a patadas, y Javier Carlos Ruiz Elaburo, que recibió otra paliza sin piedad.Apenas un kilómetro de distacia y 24 horas de tiempo separan los tres incidentes.

Domingo, 21. 00. La última de las tres agresiones ocurrió el domingo a las nueve de la noche. José Luis Pérez de Rueda, de 54 años, y Javier Carlos Ruiz Elaburo, de 17, paseaban por la calle de Blasco de Garay cuando, en la esquina con Meléndez Valdés -donde las obras de un inmueble mantienen patas arriba las aceras- fueron rodeados por 20 cabezas rapadas. Los 20 jóvenes tiraron al suelo a las víctimas, las pata learon y luego le robaron a una de ellas un reloj de oro. Esa misma noche la policía hizo una redada por el barrio, en la que detuvo a Miguel Ángel M. S., de 20 años, como uno de los presuntos agresores. Las dos víctimas, aunque recibieron fuertes contusiones, no ingresaron en el hospital.Domingo, 2.00. Casi diecisiete horas antes del incidente del domingo, en el metro de Argü9lles, a 500 metros de Blasco de Garay, Natalio Serrano González, de 16 años, recibía una puñalada por la espalda. Natalio salía del metro con un grupo de amigos. Él y su amiga Patricia se despegaron del grupo. Una mano tocó la espalda del joven, quien pensó que era un amigo que lo saludaba y se giró espontáneamente. Sin darle tiempo a reacionar, le apuñalaron en la zona lumbar "de abajo hacia arriba" y a su amiga le dieron una patada en el estómago que la dejó en el suelo y sin respiración. "No encontramos explicación alguna. Es un chico tan normal y tan tranquilo...", dice la madre de Natalio. "Lleva una coleta y pantalones apretados. Pero bueno, todos los jóvenes llevan algo diferente", continúa la madre. Natalio, que según sus padres está muy asustado, no vio las caras de sus agresores. Estaban ocultas con pasamontañas. Para los padres, lo más terrible es que su hijo acudió a los guardias de seguridad del metro y que, hasta. que el chico no se les desmayó en sus brazos, no reaccionaron. "Los fines de semana tenemos más vigilancia, Pero no podemos con todo", explicaba ayer un guardia del metro.Viernes, 19.00. El viernes por la tarde, el metro fue también escenario de una agresión de cabezas rapadas. Óscar Cuéllar Rodríguez, de 17 años, sufrió el ataque de cinco jóvenes que le tiraron al suelo y de una patada le abrieron una brecha de 14 puntos en la cabeza. El joven salió el domingo del Hóspital Clínico.

"Realmente, si alguien quiere entender mejor qué está ocurriendo con estos grupos, que se dé un paseo por Argüelles Cualquier fin de semana", explica un miembro de la Brigada de Tribus Urbanas del Cuerpo Nacional de Policía. "Hay mucha confusión. Se llama cabezas rapadas a todos los grupos, pero lo cierto es que resulta mucho más complejo de lo que parece. Estamos hablando de grupos cuya edad está entre 15 y los 20 años". Para un vecino de Argüelles, el panorama ha empeorado en, el último año. "De noche siempre ha sido una zona hampona. Pero de, verdad, una vuelta por aquí cualquier fin de semana basta para saber qué territorio es éste".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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