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Entrevista:

"Somos dos bultos sospechosos"

Echanove y Galiardo comparten inquietudes sociales y políticas y abordan su oficio de actores con idéntica pasión, que a veces molesta a sus colegas. Ellos asumen que son "dos bultos sospechosos" y advierten: "A partir de ahora nos verán mucho juntos".Pregunta. ¿Cómo han transcurrido estos diez años para los abogados Cosme y El Chepa?

Juan Echanove. Han tomado caminos distintos. El Chepa sigue apuntado al turno de oficio y Cosme se ha convertido en juez, pero la vida les ha vuelto a juntar y la amistad sigue viva, como la de Galiardo y Echanove.

Juan Luis Galiardo. Acometemos la segunda parte de Turno de oficio pensando que España es más rica en su tragedia personal que lo era hace diez años, con lo cual tendremos muchas más cosas que contar. Ha habido un proceso amplísimo de cambio social. Nosotros tenemos que hablar de la condición del ser humano, de la soledad.

P. Aunque Antonio Mercero no dirige Turno... II, ¿se mantiene el mismo espíritu de entonces?

J. L. G. Absolutamente, porque los guionistas, Manolo Matji y Horacio Valcárcel, siguen aquí. En esta segunda parte los personajes han cambiado. Cosme es un opositor que triunfa y se convierte en juez, lo que siempre quiso doña Marina, personaje que interpretaba Irene Gutiérrez Caba. Nos ha marcado su muerte. Es una referencia interesantísima para nosotros. Ha muerto igual que en la serie, sin dar espectáculo, como la secuencia descrita en el guión.

P. ¿Cuál es la relación con las mujeres en la serie?

J.E. Eva (Carmen Elías), es un personaje muy importante en nuestras vidas, especialmente en la de Cosme. Ahora se da a entender que ha habido una historia amorosa entre ellos. Mapi (Esperanza Campuzano) es una abogada trepa y representa esa sociedad tan trepa y acelerada de hoy.

J. L. G. Chepa frente a las mujeres mantiene la misma actitud de huida. Después de 26 horas de emisión, Cosme y Chepa terminarán siendo dos lobos solitarios. Nuestros personajes están llenos de una gran ternura, de un gran desvalimiento. Son unos desheredados. Dos bultos, sospechosos, como somos nosotros.

P. Manuel Matji lleva el peso de la realización, pero esta semana Echanove toma el relevo para cinco episodios. ¿Por qué este salto a la dirección?

J. E. Como una consecuencia lógica. He hecho tantas series que he acabado sabiendo cómo hacerlas. A TVE le planteé también hacerme cargo del casting. Cosa bastante arriesgada, por que me decían que iba a ganar las enemistades de una gran parte de la profesión. He entrevistado a 3.500 actores y van a intervenir 600. Ese reto lo quise asumir porque era la única manera de poder situarme en la piel de un juez.

P. ¿La trama lleva elementos de actualidad?

J.L.G. No pretende ser un docudrama. Para eso están los telediarios. Ocupamos el espacio del diálogo del ser humano. Es una serie de ficción.

J. E. El nuevo Turno de oficio llega en un momento oportuno. Mientras por la mañana estén juzgando los jueces, por la noche nosotros estaremos juzgando de mentira. Pero la serie no hace referencia directa a casos reconocibles del país. No estamos hablando del GAL, ni de Filesa no de Time Export, ni de las escuchas ni del Cesid. Que la gente no espere ver en Turno de oficio ni a Amedo ni a Domínguez.

P. ¿La serie tiene asesoramiento legal?

J. E. Nuestro punto de referencia es el espiritu democrático de la decana de los jueces, Manuela Carmena.

P. ¿Tendrá una vertiente divulgativa?

J. L. G. Esto es un realismo formal. Lo didáctico que pueda ser es una anécdota. Aparecen juicios rápidos que antes se daban mucho menos.

J. E. Es una serie que enseña a la gente cómo funciona un juzgado, el procedimiento a seguir ante un delito. El proceso de la justicia va a quedar muy claro.

P. ¿Lo jurídico da bien en televisión?

J. L. G. Sí. Lo jurídico da bien, pero si Turno de oficio hubiera sido una serie puramente de juicios seguramente no hubiera tenido tanto éxito. Lo bueno es que en esta segunda parte se sigue apoyando en las relaciones humanas de los personajes que intervienen.

P. Y ustedes se apoyan...

J. E. A partir de ahora nos van a ver a nosotros mucho, dirija yo o no. Nuestra ambición es escapar del circuito a toda prisa. La manera en la que volveré a encontrar el cariño por mi profesión es trabajando con Juan Luis. Somos distintos y complementarios y de ahí pueden salir todos los proyectos que podamos generar. En estos momentos, el terreno audiovisual en nuestro país está abocado a que cualquier símbolo creativo pueda ser destrozado por un criterio de resultado económico.

P. ¿Esa fue la razón por la que dejó Hermanos de leche en Antena 3?

J. E. Lo dejé porque cuando llegamos a un acuerdo económico no llegamos a un acuerdo artístico. No estaba conforme con la forma de rodar los capítulos. Quiero escapar de este circuito para no tener que verme obligado nunca más a hacer cosas como ésa.

P. ¿Por eso van a crear ustedes dos una sociedad?

J. L. G. Sí, porque escapar no es retirarse, sino reciclarse, buscar otros caminos, lugares de reflexión. Si no, nos vemos abocados a modelos repetitivos o a reposiciones de películas. Hay que escapar de esta tendencia generalizada de televisión basura y barata.

J. E. Nadie valora la calidad de la audiencia, sino la cantidad. ¿Por qué mucha gente me sigue diciendo por la calle lo que se ríen conmigo los domingos por la noche si yo ya no salgo en Hermanos de leche? Eso quiere decir que mucha gente mira la televisión sin verla. La tablas de audiencia no son más que una competición de cadenas para ganar publicidad.

P. ¿Qué piensan de las telecomedias españolas?

J. E. Habría que desarrollar más la imaginación. Hacer una comedia de situación no se trata sólo de poner tres cámaras y hacer un chute frontal, con unas risas enlatadas de fondo. Yo prefiero rodar en formato cine, como en nuestra serie, porque me gusta que se diga ¡acción! y que se ponga una claqueta.

J. L. G. Los actores de telecomedia están acostumbrados a trabajar frontalmente, para la cámara. Son robots, persiguen a la cámara que está encendida.

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