Ciclistas como jugadores de baloncesto
Los equipos italianos buscan en los altos el prototipo de ganador del Tour
"A los buenos corredores se les mide de los hombros para arriba", dice Javier Mínguez, director del Banesto, poco impresionado con las bestias que sus corredores, que tampoco son mancos, se encuentran todos los días. Porque, como si de una fábrica de clones se tratara, los técnicos del c1clismo italiano están lanzando a la carretera corredores cada vez más parecidos.El primer rasgo que destaca entre ellos es la altura. Valga poco o mucho la cuestión de la medida de la cabeza, toda una escuela de ciclismo científico, del que los italianos se consideran los pioneros, ha dado como resultado deportistas que podrían, por talla, buscarse un sitio de aleros en algún equipo de baloncesto. La media de talla del Mercatone Uno, por ejemplo, es de 1,81. Eros Poli mide 1,93; Mario Cipollini, 1,90. En otros equipos hay corredores que no bajan del 1,90: Zanette, Milesi o Scirea, que con 1,94 es el más alto del Tour. Son la cuadra de purasangres.
"La culpa es de la mamma y del papa", dice Scirea, que no cree que él haya llegado a profesional por su altura. "Aunque es verdad que en Italia se busca sobre todo buenos corredores para el llano". Para el llano y para algo más, apunta Angelo Zomegnan, el pope del periodismo ciclista de Italia. "Los directores han llegado a la conclusión de que para ganar el Tour hace falta ser un buen cronoman", explica. "Así que se han puesto como locos a sacar corredores con largas piernas y potentes, capaces de mover con facilidad bielas de 180 milímetros". O sea, quieren sacar al nuevo Induráin, el hombre de 1,88 que vuela en las contrarreloj.
Uno de los grandes orgullos del ciclismo italiano es su escuela de contrarreloj por equipos.Sus equipos olímpicos para los 100 kilómetros y los júnior de 70. Selecciones full time durante cuatro años, dirigidas por el técnico del Polti, Giosué Zenone, y en las que se han forjado los Cipollini, Bortolami, Peron y compañía. Corredores a los que a veces se acusa de limitados y poco imaginativos, funcionarios de su capacidad corporal. Gente de disciplina y entrenamiento.. Y con una pega: la mayoría son incapaces de subir incluso el puente del ferrocarril. Les falta un poco para ser Induráin. "Es que Induráin sólo hay uno", dice Míninguez. "Vamos, que cada ciclista es un mundo diferente, pero Induráin es como la rehostia del chiste".
Ahí llega la contradicción. Buscan los italianos el ciclista probeta y le salen buenos corredores y poco más. Mientras, los únicos hombres Tour, espectaculares en la montaña, los que despiertan emociones verdaderas, porque el sex appeal de Cipollini es más un asunto de show business, son dos enanitos a la antigua, el viejo Chiappucci, el diablo, y su heredero, el joven Pantani, el diablito. Curiosamente, los dos corren en el Carrera, un equipo cuya talla media es de 1,73 metros.
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