_
_
_
_

El pleito de Bosman contra la UEFA, visto para sentencia

Xavier Vidal-Folch

El Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE) celebró ayer la vista oral del caso Bosman, el futbolista belga que hace cinco anos, con veinticinco, inició una difícil campaña jurídica contra su club, el Lieja, la Federación belga y la UEFA (ver EL PAÍS del 15 de febrero). Bosman se opuso al mecanismo de traspaso que le retenía contra su voluntad en el Lieja.Era entonces una joven promesa, y ahora juega en divisiones marginales. Pero Bosman ha conseguido llegar hasta la vista oral del tribunal, algo que muchos observadores creían imposible, especialmente por el carácter zigzagueante del apoyo de los sindicatos de jugadores y por las insinuaciones de que recibiría fuertes compensaciones económicas si renunciaba al proceso.

La propia celebración de la vista se consideraba por la UEFA un auténtico peligro para el porvenir económico del fútbol, y su eventual resultado negativo. "Un terrible golpe", según su secretario general, Gerhard Aigner, porque considera que los traspasos son fuente esencial de ingresos de los clubes, sobre todo de los pequeños, frente al criterio contrario tanto de la Comisión como del Parlamento, para quienes son la base de "un nuevo comercio de esclavos".

Ayer llegó el fin del calvario para el jugador. La sala de audiencias del tribunal estaba repleta, como en las grandes ocasiones. Abogados de cada una de las partes desgranaron sus argumentos. El defensor de Bosman consideró, de acuerdo con la Comisión, que los clubes y federaciones equivalen a empresas y asociaciones de empresas en el sentido del Tratado, por el fuerte componente comercial y económico de su actividad, y que las cláusulas de nacionalidad y las indemnizaciones por traspaso suponen una vulneración de la competencia. Todo ello redunda en perjuicio de los jugadores y en beneficio de los clubes.

La federación belga y la UEFA, por el contrario, aseguraban que las normas comunitarias que garantizan la competencia no pueden invocarse en este caso, porque la actividad económica de los clubes sólo tiene un carácter marginal. Las federaciones argüían también que los traspasos no vulneran la competencia, sino que la preservan, porque suponen ingresos esenciales para los clubes modestos. Esta idea se combatía desde el otro lado asegurando que las indemnizaciones por traspasos suponen sólo una pequeña parte del negocio del fútbol, perfectamente sustituible por otros ingresos. El asunto quedó pendiente de sentencia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_