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Pigmalion a cuatro patas

., Los perros que compiten en los campeonatos de agilidad son todo un ejemplo de buena educación. Obedecen a su dueño con poco más que un susurro o un ademán. En los clubes de adiestramiento, los monitores se convierten en pigmaliones (como el personaje de Bernard Shaw que se empeña en convertir a una barriobajera florista en toda una dama) y hacen de un cuadrúpedo peludo un auténtico atleta de élite.Si uno quiere que, por lo menos, el rey de la casa no se suba al sillón, deje de devorar zapatos o no le arrastre por la calle, deberá tener ante todo paciencia y sentido común. Si se quiere un adiestramiento completo del animal por un profesional, la biroma puede salir por unas 100.000 pesetas, incluida la estancia del perro en una residencia con todos los servicios. Tras un mes de educación, el monitor enseña en unas cuantas clases al dueño cómo controlar a su animal. "Pero no siempre el dueño tiene tiempo o cualidades para mantener lo conseguido", explica Esteban Ruiz, monitor en el club La Princesa. También se puede contratar un plan particular de educación, un pigmalión a domicilio que cobra unas 80.000 pesetas (los precios siempre son orientativos) por enseñar al perro en casa o en un parque cercano.

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Pero los expertos señalan como método más efectivo para conseguir la obediencia al dueño la asistencia a un club o asociación en los que, un par de veces por semana, humano y animal aprenden al tiempo las habilidades necesarias para vivir en sociedad. Y como los perros también aprenden por imitación, el hecho de compartir clase con otros chuchos también ayuda. Los precios oscilan según se trate de una empresa (25.000 pesetas de inscripción y 5.000 al mes) o un club sin ánimo de lucro (3.000 de matrícula y 4.000 mensuales).

Allí enseñan a pasear con el chucho sin vomitar los hígados o a que se siente cuando se le manda. "Sin embargo, la educación más básica, como en el caso de los niños, no precisa más que un poco de sensatez y bastante paciencia", explica Ruiz.

"Si le das, un cachete cuando le pillas in fraganti, aprende que no debe hacer tal cosa, pero se tiene que hacer en el momento, porque, si no, no entiende la reprimenda". "Hay que empezar a los ocho meses, utilizar un tono firme, premiarlo cuando hace algo bien y jamás maltratarlo".

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