QUERIDO EMILIO
Cuántas primeras páginas de deportes me salvaste! Cuando ya no canten tu nombre en el Bernabéu seguro que me faltará algo. Seguirte con el teleobjetivo durante 15 minutos era conseguir siempre tres o cuatro grandes fotos. Por esa forma tan personal de moverte (con o sin balón). Tus gestos, tu mirar al cielo, tus manos unidas, tu resignación con los marcajes, tu continua cara de niño... Al aficionado que soy le hiciste disfrutar con tu juego; al profesional que también soy le regalaste unas instantáneas fabulosas. Tienes ese don para, sin querer, hacer de lo difícil fácil, y para adornar lo fácil con esa magia tan particular que ningún maestro te enseñó. Gracias, Emilio. Te echaré de menos.-
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