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EL LIDERAZGO DEL FÚTBOL EUROPEO, EN JUEGO

La empresa más próspera de Berlusconi

El Milan ha ganado tres Copas de Europa, cuatro Ligas, dos Intercontinentales y dos Supercopas con el magnate

De todas las empresas de Silvio Berlusconi, el Milan es ciertamente la más próspera. No es una casualidad que durante la campaña electoral de 1994 el futuro presidente de Gobierno utilizara frecuentes metáforas deportivas, subrayando las extraordinarias victorias que había obtenido bajo su gestión un equipo de fútbol capaz de conquistar en nueve años dos copas intercontinentales, tres Copas de Europa, tres supercopas europeas y cuatro Ligas: auténticas hazañas, si se piensa que a principios de los años ochenta el Milán había conocido por dos veces las amarguras de la segunda división. Tantos éxitos, además de haber supuesto para Berlusconi un instrumento publicitario sin parangón en un país ebrio de fútbol, han dado como fruto contratos publicitarios y derechos televisivos de decenas de miles de millones de liras, y han permitido la comercialización de la marca Milan en todo el mundo, favoreciendo también los torneos promocionales en Asia la entrada en el riquísimo mercado japonés. Definitivamente olvidada la época romántica, el fútbol se ha convertido en un negocio excepcional, y Berlusconi tiene el mérito de haber sido el primero en entenderlo.Pero ahora, cuando Fininvest vive un momento de dificultades económicas y la experiencia gubernamental del líder de Forza Italia ha pasado a la historia, la final de la Copa de Europa contra el Ajax -la quinta que disputa en los últimos siete años- representa para el equipo berlusconiano mucho más que un desafio que puede reportarle el cetro europeo. Está en juego el prestigio, pero sobre todo mucho dinero, el dinero que garantizaría la participación en la próxima Copa de Europa.

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El único camino abierto a los rojinegros -que no han logrado conquistar su cuarta Liga consecutiva, y que en caso de derrota en Viena quedarán excluidos de la competición que alinea a los equipos vencedores de las ligas europeas- es la de batir al Ajax y participar por tanto en la próxima edición como vencedores de la Copa: un negocio que vale 20.000 millones de liras, cifra garantizada por los patrocinadores de la UEFA y por los derechos de televisión. La Juventus se ha clasificado ya para la Copa de Europa, y la perspectiva de tener que renunciar al enfrentamiento europeo con el equipo de Agnelli -un bombón televisivo sin igual para las cadenas de Fininvest- aterroriza al Milan. La alternativa es la Copa de la UEFA, competición internacional de menor prestigio, y, sobre todo, fuente de beneficios muy inferiores.

Desde el punto de vista deportivo, la final de Viena volverá a plantear el dilema habitual: ¿se ha agotado el larguísimo ciclo de victorias del Milan, o está destinado a continuar? En el ámbito internacional, sólo el Real Madrid, el Liverpool y el Bayern de Múnich pueden vanagloriarse de una permanencia en la cumbre comparable a la de los rojinegros, pero se trataba de un fútbol menos frenético que el actual, capaz de devorar a sus campeones en el transcurso de un par de temporadas de gloria. En esto estriba precisamente el récord del Milan: en haber sabido resurgir cada vez que se le daba por muerto.

Pero en esta temporada, por primera vez, el Milán ha estado al borde del abismo: ha tenido un inicio pésimo de temporada por el cansancio a la vuelta del Mundial, ha perdido la Copa Intercontinental en diciembre, ha sufrido el abandono de Gullit -que regresó después de una Liga en el Sampdoria, y volvió a marcharse a Génova porque no se ponía de acuerdo con sus compañeros-, pero sobre todo ha corrido peligro de ser eliminado de la Copa de Europa ya en la fase eliminatoria: una botella lanzada por los hinchas a la cabeza del portero del Salzburgo le costó al equipo dos puntos de penalización. El 29 de enero, en un encuentro entre ultras del Milán y del Génova, un joven milanés de 18 años mató a puñaladas a un adversario. Una temporada para olvidar en todos los sentidos: sólo el equipo ha sabido enderezarla poco a poco, hasta alcanzar el tercer puesto en la Liga, la victoria en la Supercopa contra el Arsenal y la final de la Copa de Europa contra el Ajax.

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