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5.000 personas acuden al carnaval 'antichirimbolos'

Todos los ingredientes del carnalval -disfraces, comparsas, coplas irreverentes y chirigota- se mezclaron con las 5.000 personas que acudieron ayer a la manifestación convocada por el Club de Debates Urbanos, y que contó con el apoyo de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos y las grupos ecologistas Greenpeace y Aedenat. La protesta ocupó unos 500 metros de calle -desde la Puerta del Sol hasta el mercado de San Miguel, con una anchura de 10 metros- y se ha utilizado para el cálculo la razón de una persona por metro cuadrado."Los 4.000 gorros se han vendido al precio que costaba la cartulina y el troquelado, es decir, 100 pesetas. Había muchas más personas sin gorro que con él", afirmaba Ricardo Aroca, presidente del Club de Debates Urbanos.

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"Quien quiera manejar cifras, que eche las cuentas, nosotros sólo podemos decir que habíamos convocado a 500 personas y ya nos parecía un éxito que fueran tantas. Estamos eufóricos y esta manifestación nos hace sentir orgullo por nuestros conciudadanos", añadió.

La calle Mayor ofreció un panorama multicolor, ya que los muebles personales repartidos, agotados antes de las doce de la mañana, eran amarillos, rojos, verdes, naranjas y azules. Los manifestantes se habían acercado desde la plaza Mayor hasta la plaza de la Villa para leer un manifiesto al alcalde en el que se le decía: "Retírelos, señor alcalde, por favor, retírelos".

"Si el alcalde va a dedicar su vida a la defensa de los chirimbolos, yo no voy a dedicar la mía a atacar los chirimbolos; comprendo que le gusten, pero yo mañana estaré haciendo otra cosa", decía Aroca poco después de escuchar por megafonía a Ricardo Solfa cantar El chotis del chirimbolo.

El estribillo, coreado a lo largo de toda la manifestación, rezaba: "La calle, la ciudad no puede ser vendida a la publicidad". Otros lemas coreados y cantados fueron: "Manzano, hortera, devuélvenos la acera", "A la vista tanto daño por cinco millones al año", "Así se ve, la estética del PP".

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"Si esta manifestación ha servido para que los habitantes de Madrid reflexionen sobre el mal gusto del gobierno municipal, ya está muy bien", afirmaba Solfa quien con cara muy seria afirmó que se va a ofrecer de asesor del alcalde. "Me parece que está muy mal aconsejado", añadió.

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Una docena de personas disfrazadas de 'mueble urbano' y un 'oso temeroso' amenizaron la protesta

VIENE DE LA PÁGINA 1Con la misma sorna, Ricardo Aroca matizó: "Hay que agradecerle [al alcalde] la ayuda que nos ha prestado con sus declaraciones; una pequeña parte del éxito de esta manifestación se la puede apuntar". El primer edil, José María Álvarez del Manzano, declaró el jueves que la manifestación debería haberse prohibido por ser electoralista. Llegó a recriminarle a la delegada del Gobierno, Pilar Lledó, que la hubiese autorizado en periodo electoral.

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Entre los asistentes se pudo ver a numerosos arquitectos, entre los que destacaban Juan Antonio Hernández de León, Francisco Pol, Antonio Vázquez de Castro, Francisco García de Paredes, Alfonso Albacete, Javier Mosteiro, Luis Fernández Galiano, Antón Capitel, Fernando Inglés, Ramón López de Lucio y Teresa Arenillas.

Pintores, como Juan Genovés Martín Vegué, Gordillo, Christian Boyer o Enrique Cavestany. Escritores, como Javier Marías, Juan José Millás; los dibujantes Máximo, Antonio Fraguas, Forges; los cantantes Elisa Serna, Ricardo Solfa; los actores María Paz Ballesteros, el director cinematográfico Pedro Olea, el autor José Luis Alonso de Santos, el editor Jaime Salinas, el secretario general de la Asociación de Directores de Escena, Juan Antonio Hormigón; el director teatral Guillermo Horas y la productora Ana Gelín.

Pocos políticos asistieron al acto, aunque se pudo ver a Agustín Moreno, de CC OO; Timoteo Mayoral, Francisco Virseda, Oswaldo Román, Eduardo Mangada, Ramón Caravaca, del PSOE; por parte de IU acudieron Julián Rebollo, Marisa Castro y María Teresa Martínez Pardo.

La manifestación, que en ningún momento abandonó su tono de guasa, estuvo amenizada por una docena de personas disfrazadas de mueble urbano y un oso temeroso, que alcanzó gran éxito entre los niños que acudieron a la convocatoria. El oso temeroso no paró de llorar y hacer pis a lo largo de todo el recorrido, que finalizó en la Puerta del Sol, donde la casualidad hizo que mientras los manifestantes cantaban "perdona al alcalde, señor, perdónale porque es aburrido y hortera, perdónale, señor", tropezaran con un grupo que habitualmente hace en este mismo sitio campaña evangelista: "Luchad contra los chirimbolos, pero, no luchéis contra Cristo, Jesús", gritaron.

Lo que sí resultó imposible de llevar a cabo fue el dar las catorce vueltas previstas al tornillo de la estatua de Carlos III, las veces que hay que girar a su alrededor para leer la inscripción que recoge la vida del rey alcalde. El exceso de gente hacía inviable la espiral humana, pero el escritor Juan José Millás lo intentó. Se rindió a la evidencia en la quinta vuelta.

"Estoy aquí porque creo que hay que salir a la calle; frente a estas agresiones, hay que volver a la calle, llevamos muchos años fuera de ella y esta manifestación me satisface especialmente porque, que yo recuerde, es la primera vez que la gente sale a la calle por cuestiones estéticas, y de ahí a la ética hay un paso", dijo el escritor, quien llevó a su hijo de nueve años a que asistiera por primera vez a una manifestación.

El editor y escritor Jaime Salinas señaló que él había acudido para solicitar que "nos quiten estos monstruos que nos han puesto por la calle". El pintor Juan Genovés aludía a la polución visual para estar allí: "Este Ayuntamiento ha demostrado no tener estética y proteger la publicidad".

Máximo se encontraba esperanzado: "Si protestamos mucho es posible que dentro de 15 años nos quiten los chirimbolos". Pedro García Ramos y Enrique Baquedano, presidente y director del Círculo de Bellas Artes, respectivamente, aludían a la conciencia de ciudadano como razón para estar allí. También hubo recogida de firmas antichirimbolo. Aedenat no sabía cuántas se habían recabado, pero tenían claro que sumaban 10.000, a las que había que añadir otras recogidas en la manifestación.

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