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28 MAYODUELO AUTONÓMICO: EXTREMADURA

El casino de Mérida

PSOE y PP usan distintos raseros para medir el progreso de la región

Javier Sampedro

Se conocieron de chavales. Los dos son de Mérida, patrimonio de la humanidad, y comparten el acento carrasco, con las eses pronunciadas de medio ojo, y lo usan para decir unas verdades que suenan como lamentos. Pero ahí se acaba el parecido.El candidato socialista a la reelección como presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y su rival del Partido Popular, Juan Ignacio Barrero, aseguran apreciarse el uno al otro "personalmente", pero el mismo énfasis que ponen en el adverbio suena como una frontera trazada en mitad de Extremadura. Rodríguez Ibarra lo explica así: "En Mérida había la gente que iba al casino, y el resto; Barrero representa a los del casino, y yo, al resto. Así, con la metáfora y el palo va el político socialista poniendo el mundo en su sitio.

Cuando Rodríguez Ibarra accedió a la presidencia de Extremadura, hace 12 años, Barrero trabajaba todavía en su despacho de abogado en Mérida y daba clases de Derecho Constitucional en la Universidad a distancia. Cuando le propusieron meterse en política se resistió "durante varios meses", según cuenta, pero acabó aceptando un poco por obligación y a regañadientes.

Aunque ha sido ocho años senador del PP por Extremadura, ésta es la primera vez que se presenta a la presidencia de la Junta, y el aplomo de su voz se quiebra de vez en cuando para lamentar aprensivo: "Ahora empezarán las bofetadas".

Caso distinto es el de Rodríguez Ibarra, a quien la política se le coló en los huesos y en la linfa antes incluso de que lo parieran, cuando su familia se tuvo que venir de Madrid a Mé rida "exiliada", como él dice, y se instaló en el barrio de los ferroviarios, un foco obrero donde los hubiera en la ciudad del Teatro Romano. En los años de la Facultad, el joven Ibarra militaba en cuanto grupúsculo "más o menos revolucionario" le ponía las siglas a tiro, hasta que un flechazo político por Alfonso Guerra le empujó hacia el PSOE..

Guerra le inició en el oficio por la técnica de la inmersión sin escafandra. Corría el año 1976 e Ibarra se disponía a dar el primer mitin de su vida en un teatro de Badajoz abarrotado por miles de oyentes. Justo antes de salir al escenario, Guerra le preguntó de qué iba a hablar. Rodríguez Ibarra le mostró los papeles donde tenía escrito el discurso y le respondió: "De socialismo y libertad". "Yo eso no sé lo que es", le soltó Guerra, y le quitó los papeles de la mano y se los rompió delante de las narices.

Veinte años después, Rodríguez Ibarra sigue dando sus mítines sin papeles. "Ésta es la primera campaña importante, porque Extremadura es ahora como yo la soñé en 1983". El presidente desgrana sus proyectos por los pueblos, donde las audiencias hay que contarlas por centenares, y le habla a la gente de nuevas subvenciones y ayudas, del gas y la electrificación, del abismo entre derechos y mercancías, entre izquierdas y derechas.

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Para Juan Ignacio Barrero, sin embargo, lo que los socialistas llaman derechas "sólo existe en los libros de historia". El candidato popular es hombre de talante moderado -el propio Rodríguez Ibarra le reconoce que "no es mala gente"- y admite que Extremadura ha mejorado algo en estos años, pero añade: "Si después de gastarse un billón y pico Ibarra no hubiera hecho nada, sería para llevarle al juzgado".

"El gran daño que ha hecho Rodríguez Ibarra a Extremadura es hacerla caer en la desgracia del conformismo", dice Barrero en referencia a las subvenciones y ayudas públicas. Asegura que la región está la última en todo "excepto en la tasa de desempleo, que alcanza el 3l%". Esgrime datos comparativos y señala que las diferencias entre Extremadura y el resto de las comunidades son ahora más acusadas que hace 12 años.

"No me importa", repone a eso Rodríguez Ibarra, a quien no le va eso de "mirar por el rabillo del ojo" a otras regiones. Para dar su versión del progreso de Extremadura, el presidente arrincona los índices macroeconómicos y recuerda la historia de los medieros, que se llamaban así porque iban a medias en las plantaciones tabaqueras. "El amo ponía la tierra, y el mediero ponía las semillas, los riegos, el abono y el trabajo". Rodríguez Ibarra asegura con orgullo que los medieros han desaparecido bajo su mandato, porque las subvenciones les han permitido poseer sus propias tierras. "Algunos votarán ahora a la derecha", dice, aunque asegura que eso no le molesta, porque lo que él quiere no es una Extremadura socialista, sino que la gente prospere.

Dentro y fuera del casino, las diferencias siguen. Barrero es un deportista entusiasta, que jugó en el Sevilla de baloncesto. Rodríguez Ibarra dice que ya no tiene tiempo ni ganas de hacer deporte y remacha que "los deportistas se mueren igual, pero con las piernas más gordas". Barrero se declara un "católico poco practicante". Rodríguez Ibarra se dice agnóstico, pero lo matiza con una de las suyas: "A veces me gustaría que existiera algo, porque hay muchos que tendrían que ir al infierno, coño".

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