Una pareja singular
La coalición de Gobierno de populares y regionalistas en el Ayuntamiento de Valencia ha formado durante estos cuatro años una pareja singular. Condenados a entenderse para acceder al poder municipal, Unión Valenciana (UV) y PP han luchado por no perder terreno. El grupo social que aspiran a representar tiene una enorme franja común, de personas que pueden votar a cualquiera de los dos partidos.El PP, con nueve concejales, se hizo con la alcaldía en el pacto establecido con los regionalistas en 1991. UV, con ocho ediles, se quedó con aquellas delegaciones -Ferias y Fiestas, Cultura, Personal y Urbanismo- de más influencia para ayudar, dar empleo y subvencionar a su electorado. Esto se traduce en la abundancia de aportaciones económicas para asociaciones afines o en la sospecha que ha planeado sobre muchas personas contratadas por el Ayuntamiento. El Tribunal Superior suspendió incluso unas oposiciones.
El PP se ha beneficiado más del pacto, ya que la alcaldesa, Rita Barberá, ha recabado para sí los aciertos del Ayuntamiento, como la policía de barrio o el Palacio de Congresos, y ha culpado de la mayoría de errores a UV.
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