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División entre los sindicatos europeos sobre si la educación de jornada debe conllevar recorte salarial

Los sindicatos europeos han aprobado por unanimidad luchar activamente por la jornada de 35 horas semanales y en los casos que sea posible, llegar a las 32 horas y a la semana laboral de cuatro días. Sin embargo, se encuentran divididos a la hora de precisar si esa reducción de jornada puede conllevar o no un recorte de salarios. Esa discrepancia se puso de manifiesto ayer en el congreso de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), que se celebra en Bruselas, en una votación en la que los sindicalistas de la Europa occidental se dividieron a la mitad con un solo voto de diferencia.

Ese pronunciamiento se produjo al valorar una enmienda de los sindicatos griegos, donde se proponía que en las resoluciones del congreso conste expresamente que la reducción de jornada se haga "sin recortes salariales". La aprobación por un voto de diferencia no es suficiente, de acuerdo con los estatutos de la CES, que requieren un apoyo de los dos tercios. Ahora es el comité ejecutivo de la confederación quien lo debe debatir de nuevo y previsiblemente allí se opte porque no figure ese requisito.Emilio Gabaglio, secretario general de la CES, defiende dejar la puerta abierta a que se aplique o no la reducción salarial según cada caso concreto. "No podemos", declaró a EL PAÍS, "decir cuál es la fórmula precisa y uniforme. Las situaciones son muy distintas en cada país y en cada empresa". Gabaglio cita los acuerdos de Volkswagen, los pactos logrados en Francia o los contratos de solidaridad italianos, en los que se dan todo tipo de soluciones y lo más habitual es que en los niveles salariales altos haya un recorte para compensar la reducción de jornada. El secretario general de la CES se declara firme partidario de seguir abundando en la reordenación del tiempo de trabajo, por la buena experiencia de los últimos años. En Francia, por ejemplo, de 200 convenios que han reducido jornada, el 50% se ha convertido en creación de empleo.

La división de opiniones del sindicalismo europeo en este punto se traslada también a las centrales españolas UGT y ELA-STV apoyaron la enmienda griega y, en consecuencia, defienden que no haya recorte salarial, lo que entra en contradicción con las resoluciones del congreso de UGT de 1994. CC OO se abstuvo y su líder, Antonio Gutiérrez, argumenta que no se puede acotar "una única fórmula para todos" y defiende que se deje a cada país, a cada sector o a cada empresa que fije las condiciones en que se pacta la rebaja de la jornada. "Si se cierra la puerta del recorte salarial", añade, "no se habrían logrado acuerdos importantes como el de Volkswagen".

El congreso de la CES contó también ayer con la participación del ex presidente de la Comisión Europea Jacques Delors, quien dibujó un modelo de UE que arrancó muchos aplausos en los sindicalistas. Delors advirtió del riesgo de que la Constitución europea no sea más democrática y solidaria y otorgue al futuro banco central más poderes que a la Comisión o al Parlamento Europeo.

Defendió que la conferencia intergubernamental de 1996 reequilibre la dimensión económica y social de la comunidad y plantee un modelo macroeconómico distinto que no se resuma "en monedas y presupuestos". El líder de UGT, Cándido Méndez, afirmó ante el congreso que el discurso de Delors es más comprometido que las resoluciones de la CES sobre la Unión Europea. Delors planteó además ante los sindicalistas tres retos concretos: buscar fórmulas alternativas para financiar la Seguridad Social, pensar soluciones para una sociedad en la que los ciudadanos trabajarán 40.000 horas a lo largo de su vida laboral frente a las 70.000 actuales y recurrir a la imaginación para que el coste indirecto del factor trabajo sea menor.

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