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Asalto a un bastión histórico de la izquierda

El PSOE asturiano lucha contra las encuestas, que dan ganador al PP y pronostican un Parlamento inestable

El PSOE no pierde la esperanza de revalidar su condición de primera fuerza política en Asturias, pero las encuestas dan por segura la ventaja del PP. De confirmarse esta predicción, se estaría no ante la primera victoria popular en el Principado -el PP superó en votos por primera vez a los socialistas en las europeas del año pasado-, sino ante la confirmación de una mutación electoral de mucho mayor alcance: un eventual Gobierno conservador en una región emblemática de la izquierda, vanguardia del movimiento obrero desde las primeras décadas del siglo y desde entonces feudo manifiesto de las tendencias socialista y comunista, al extremo de que los mismos sondeos que aventuran una posible victoria del PP el 28-M ratifican que el electorado asturiano sigue siendo mayoritariamente votante de PSOE e IU.Hasta los comicios europeos del año pasado, el PSOE ha ganado en el Principado en todas y cada una de las contiendas celebradas desde la instauración de la democracia, y hace sólo cuatro años, en las anteriores elecciones -autonómicas y municipales, el PSOE no obstante el coste electoral derivado del declive industrial en que vive inmersa la región, revalidaba su hegemonía mejorando resultados: pasó de 20 a 21 diputados de los 45 de que dispone la Cámara regional, y se alzó con la mayoría absoluta en 35 ayuntamientos y relativa en otros 14. Es decir, 49 municipios socialistas, frente a 15 del PP, de un total de 78 concejos.La incertidumbre reside ahora en la posibilidad de que por vez primera este bastión histórico, y hasta ahora inexpugnable, de la izquierda -algún socialista ha ironizado que Asturias es una región de izquierdas rodeada toda ella por Gobiernos conservadores, incluso por el norte, en referencia al Reino Unido- podría asistir al mismo revolcón electoral que se barrunta en otras comunidades.La cuestión tiene su enjundia si se toma en consideración que estamos hablando de la comunidad con mayor afiliación sindical y donde estas organizaciones cuentan con mayor capacidad de convocatoria; que está sometida además a inacabados procesos de ajuste industrial y a la reeonversión simultánea de sus sectores productivos preponderantes, y que constituye, por añadidura, el ejemplo más diáfano de un modelo de economía estatalizada (el INI sigue siendo el mayor empresario industrial de Asturias) y la plasmación de un cierto concepto del Estado de bienestar: mientras la: región asiste a la caída inexorable de su producto interior bruto (PIB) por la merina de sus principales sectores de actividad, las transferencias del Estado han logrado mantener la renta familiar disponible de los asturianos. Aún tratándose de una región con fuerte personalidad y sentimiento autóctono, no han tenido tradicionalmente aquí éxito, a diferencia de lo ocurrido en otras zonas del país, las corrientes regionalistas y nacionalistas, aunque esta oferta empieza ya a ser pródiga en siglas. No fue sino hace sólo cuatro años cuando por vez primera una fuerza asturianista, el Pas, logró un escaño en el Parlamento regional.

De la pervivencia del Partído

Asturianista (Pas) en la Cámara, así como de Centristas Asturianos (antes CDS), podría depender la gobernabilidad de la región durante los cuatro próximos años, de confirmarse que, gane el PSOE o el PP, ninguno tendrá mayoría absoluta, y dando por hecho, como parece seguro, que IU -tercera fuerza política y con tendencia creciente pero insuficiente para erigirse en alternativa de Gobierno- en ningún caso le prestará su respaldo al PSOE cuando hace ya tres años que se lo viene denegando en la Junta General del Principado, que preside el ahora también candidato Antonio Trevín.El escenario más probable es, por tanto, un Gobierno respaldado por una minoría mayoritaria y que, de ser ésta del PP -su candidato es Sergio Marqués, que concurre por primera vez como cabeza de lista-, deberá dirigir los destinos de la región frente a una izquierda política dominante en el Parlamento y ante una izquierda sindical preponderante en la calle. La burguesía regional carece de la fuerza social que tuvo en la primera mitad de este siglo -cuando la región vivía el esplendor hullero y metalúrgico-, al extremo de que estos días los empresarios afrontan un intento de reagrupamiento para desempeñar un papel más relevante en la vida asturiana, conscientes de su propia debilidad.

Para acabar de explicar el mapa político no puede ignorarse el juego de equilibrios intemos entre las distintas fracciones que conviven en el seno de las fuerzas políticas dominantes (PSOE, PP e IU) y que no son sino la reproducción interna, en sus aparatos de poder, de la compleja articulación espacial de la región, cuya difícil orografia, y por ello su muy diversa especialización socioeconómica, se manifiesta en una vertebración bi o tripolar del territorio, donde Oviedo, Gijón y las cuencas mineras se disputan la hegemonía. Esta pugna comarcal tiene su correlato en las diversas tendencias de intereses que conviven en las fuerzas políticas, pero también en las sindicales, económicas o sociales.

El PP, que lleva gobernando cuatro años en Oviedo con el respaldo del CDS, seguirá en la alcaldía, pero sin necesidad ya de apoyos La duda está en Gijón, la ciudad más populosa del Principado, y con una marcada tradición obrerista, propia de una conjunción más que centenaria de actividades hulleras, siderometalúrgicas, portuarias y fabriles. Al igual que en el Principado, el PSOE gobierna este municipio desde las primeras elecciones democráticas, y su actual alcalde, Vicente Álvarez Areces, ex comunista y cabeza visible de los renovadores asturianos, ha logrado el entendimiento con IU y acometer una transformación de la ciudad que los socialistas juzgan brillante. Por eso no se explican que el PP haya sido la fuerza más votada en Gijón en las generales de 1993 y en las europeas de 1994.

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